Esa es la sensación que se percibe en estos momentos en el ambiente bursátil. No se queden con la idea que todo sube y que subirá más aun por los "buenos" datos y la estimación de los que vendrán. Basta recetar, así, tal cual, en hoja en blanco, y empezar a publicar que ya compramos todos los ingredientes para empezar a elaborar el nuevo ciclo.
¡Qué rico que saldrá!, dicen algunos en sus medios y fanzines. ¡Tenemos de todo para obrar el milagro, ya verán! Sí, sí. Seremos la envidia, y los dedos acusadores del pasado se convertirán en dos en señal de la victoria o haciendo el O.K, todo va de perlas, ¡oh yeah!.
Ya encendido los fogones, comprados los ingredientes. El cocinero radia entusiasmo. ¿Es que acaso no le ven cada día en los telediarios en prime time?. Con su blanco profident articulando palabras como Van Beethoven al ritmo que marca el calendario electoral. Oui, Oui Monsieur! así se dice en Bruselas, ¿no?. Qué educación, exquisitez formal. No doy crédito a tal club de la excelencia.
Todos los ingredientes a fuego lento claro, ese "chof, chof", que todo maestro cocinero hace con sus guisos para que cuezan mejor, que se mezcle el aroma, que fusionen los sentidos del producto. Chof, chof, sí. Verán que bien queda. Y todos oyendo, leyendo y viendo al profident en sus más altas cotas de share. ¡Esto es un platazo por dios!.
Usted no sabía que no se dirigían a usted. Usted no sabía que el guiso no aparecería en su mesa jamás y que ese olor tan rico que respiraba era el de sus propias carnes cociendo con sus vecinos.
Qué plato tan rico para el rey, para él, pero no nunca para usted, su ingrediente principal.