Las ciudades inteligentes no dejan de acaparar la atención en todo el mundo a medida que muchas jurisdicciones las han tomado como puntos de referencia. Hay una relación muy clara en estas utopías urbanas entre los ciudadanos para los que se construyen y los sistemas, redes y dispositivos que permiten su funcionamiento seguro y eficiente. Y lo que es más importante, se construirán sobre una infraestructura tecnológica financiera totalmente nueva que apoye el flujo de micropagos sobre la "tubería" o base financiera, de forma similar a como lo hacen otros servicios esenciales (agua, energía, datos, etc.) por tuberías, cables y fibra.
El objetivo principal de una ciudad inteligente es optimizar las funciones de la ciudad y promover el crecimiento económico aprovechando las tecnologías de vanguardia. Las ciudades inteligentes pretenden aumentar la eficiencia operativa, alcanzar objetivos de sostenibilidad como la eficiencia energética y la gestión de recursos escasos y, sobre todo, mejorar la vida de los ciudadanos que las habitan.
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