Lisboa, 3 mar (EFE).- La angoleña Isabel dos Santos, considerada la mujer más rica de África, es una discreta inversora con intereses en diferentes sectores y que se postula también como protagonista de las operaciones que atañen al banco luso BPI, del que es su segunda mayor accionista.
Dos Santos rechazó hoy la opa lanzada por el español Caixabank (MADRID:CABK) hace dos semanas sobre la entidad y contraatacó con una propuesta de fusión entre el BPI y el BCP, el segundo mayor banco de Portugal.
Hija del perpetuo presidente angoleño, Eduardo dos Santos, a sus 41 años es una de las personas más influyentes en la economía lusa.
Su órdago en el sector bancario no es nuevo en la carrera de esta ambiciosa inversora, que ha empezado a cambiar las tornas históricas entre Portugal, antigua metrópoli, y su excolonia, Angola.
A finales de 2014 presentó una oferta de 1.210 millones de euros por Portugal Telecom (PT) SGPS, una firma sin actividad operativa pero con un porcentaje relevante de acciones en la brasileña Oi, lo que le permitiría tener voz y voto en la compañía.
Aunque la operación no resultó -PT se vendió a la luxemburguesa Altice, como deseaba Oi-, sí le sirvió para dejar un aviso a navegantes: hay que tenerla en cuenta para cualquier gran empresa lusa en la que participa.
Dos Santos es una inversora de "perfil bajo" socialmente, con esporádicas participaciones en foros públicos y con apenas entrevistas concedidas.
"Es una persona muy discreta, a la que no le gusta mucho estar en público (...) En la mayor parte de sus empresas delega en personas encargadas de dar la cara", explicaron a Efe miembros de la comunidad angoleña en Lisboa conocedores de su trayectoria.
Nacida en Azerbaiyán del primer matrimonio de su padre, Isabel dos Santos -la hija mayor de la familia- se crió en Luanda, donde reside actualmente.
Casada con el congoleño Sindika Dokolo, que se define a sí mismo como hombre de negocios y coleccionista de arte, tiene tres hijos.
De regreso a la capital angoleña después de estudiar ingeniería en Londres, comenzó su trayectoria en los negocios convirtiéndose en socia de un restaurante llamado "Miami", con apenas 24 años.
"El papel que desempeñaba entonces era de relaciones públicas. No había muchos sitios de calidad en la ciudad y aprovecharon ese vacío, se convirtió en una referencia gastronómica, con música en vivo y exposiciones", recordó un periodista angoleño residente en Portugal.
Dos décadas más tarde, se la reconoce como una de las figuras con más peso en Portugal, con participaciones en empresas de distintos sectores, desde la banca hasta la energía, pasando por las telecomunicaciones.
Se le atribuye tal poder que algunos ya la tratan en Lisboa como la nueva DDT, las siglas en portugués de "Dueña de Todo Esto", una expresión utilizada en el ambiente periodístico luso para referirse a Ricardo Salgado, antiguo presidente del Banco Espírito Santo (BES), ahora caído en desgracia.
Sólo en Portugal cuenta con participaciones en la petrolera Galp, en el Banco BPI y en la empresa de telecomunicaciones NOS, tres firmas "de bandera" para la antigua metrópoli.
Posee también acciones del banco angoleño BIC y se le atribuyen participaciones en compañías del sector de los diamantes y del petróleo, dos áreas fundamentales para su país natal.
Antes de todas estas participaciones, la empresaria debutó en el mercado con su entrada en Unitel, hoy un gigante en Angola con negocio en otras naciones de lengua portuguesa como Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.
La revista "Forbes" cuantifica la fortuna de Isabel dos Santos en 3.000 millones de euros gracias a sus inversiones, lo que la sitúa en la octava posición en la lista de los más ricos del continente. La primera, si se restringe a las mujeres.
Algunos ven el suyo como un caso de éxito empresarial, mientras otros apuntan a su progenitor como verdadero artífice de su ascenso.
A la que algunos medios llaman "Princesa angoleña" le han achacado el beneficiarse de un régimen tachado de "corrupto" por diferentes organismos internacionales.
El país es considerado el segundo mayor productor de petróleo de toda África y tiene una gran riqueza natural, pero sigue siendo uno de los países con menor esperanza de vida del mundo (55 años) y presenta elevadas tasas de mortalidad infantil.
Entidades como la ONG Transparencia Internacional o Human Rights Watch denuncian la corrupción en el país y acusan a su presidente de impedir el desarrollo de una democracia real.
Todo ello hace que las ambiciosas inversiones de Dos Santos levanten ciertas suspicacias en Portugal entre algunos sectores, que advierten del elevado poder de Angola en su antigua metrópoli.