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En el norte afgano, los talibanes ganan terreno y sus cortes apoyo local

Publicado 01.11.2014, 13:09
Actualizado 01.11.2014, 13:10
En el norte afgano, los talibanes ganan terreno y sus cortes apoyo local

En el norte afgano, los talibanes ganan terreno y sus cortes apoyo local

Por Jessica Donati y Feroze Jamal

CIUDAD DE KUNDUZ Afganistán (Reuters) - Sardar, un joven de 23 años que trabaja en la barbería de su hermano en la norteña provincia afgana de Kunduz, pagó los sobornos que le pidieron las autoridades para resolver una larga disputa familiar sobre la tierra.

Cuando los sobornos no tuvieron el efecto deseado, Sardar optó por los talibanes, el severo movimiento islamista que ha combatido a las fuerzas extranjeras desde que fue derrocado del poder 13 años atrás.

"Vinieron a nuestra casa en Chahar Darah y les llevó dos días resolver el problema", dijo el joven.

Según autoridades oficiales, los talibanes controlan virtualmente dos de siete distritos en Kunduz - Chahar Darah y Dasht-i-Archi. Están ganando influencia en otros lados y los residentes dicen que lo han podido hacer debido a que la poca autoridad estatal existente es vista con profunda desconfianza.

A nivel nacional, la toma de dos distritos por parte de los talibanes es un presagio preocupante más que un cambio de estrategia y las fuerzas estadounidenses creen que el avance del grupo será temporal.

"Los talibanes podrán tomar un distrito o algo así, pero sólo temporalmente", dijo el general John Campbell, comandante de la fuerza de coalición en Afganistán, a periodistas este mes.

"No hay ningún lugar que tenga fuerzas afganas que los talibanes puedan obtener y mantener", agregó.

Sin embargo, esas conquistas y los esfuerzos de los talibanes por ganarse a los locales con una forma un poco más laxa de Gobierno que su anterior régimen de línea dura, se dan en momentos en que las últimas tropas extranjeras terminan su retirada y traspasan el control de seguridad a las relativamente inexpertas tropas locales y a un Gobierno ineficiente.

Los residentes en Chahar Darah hablan de una campaña de los insurgentes para imponer la ley, permitir algunas libertades como la televisión o vestimenta occidental y, en un cambio considerable, dejar que las niñas asistan a la escuela, algo impensable cuando estaban en el Gobierno.

De todas maneras, se aplican amplias restricciones en las clases.

"Cuando ven las materias que se enseñan en la escuela y ven que están en concordancia con la sharia (ley islámica), confían en el sistema", dijo Badal Bibi, directora de asuntos de la mujer en Kunduz.

"Los talibanes están (incluso) enviando a sus hijas a la escuela para que aprendan y controlen las clases. Pero quitaron el inglés como materia", explicó. Agregó que las clases tenían un enfoque cada vez más religioso y no se permitían maestros en clases de alumnas que ya alcanzaron la pubertad.

Las interpretaciones de la sharia varían mucho, pero para los talibanes consta de materias religiosas, clases estrictamente segregadas y que las mujeres vistan ropas que le cubran todo el cuerpo.

SISTEMA DE CORTES

Los talibanes buscan distinguirse de las impopulares autoridades locales a través de una cadena de "cortes" informales que se centran en las disputas por tierras en el país.

Un juez talibán entrevistado por Reuters en Kunduz dijo que se han desplegado "comisiones especiales de justicia" en todo Afganistán para llenar el vacío dejado por el caótico y con frecuencia corrupto sistema legal.

Por ahora, evitan establecer una presencia permanente por temor a ataques aéreos de Estados Unidos y trabajan en mezquitas o en hogares.

Bajo el nombre de ulema Abdul Bakhi, el juez dijo que había estado en la provincia de Kunduz durante seis meses, y antes en otro lugar del país desde que se unió a los insurgentes tres años atrás.

"La gente nos cuenta sus problemas y vamos al área para resolver la disputa de acuerdo a la sharia", dijo Bakhi, añadiendo que trata uno o dos casos por día.

"La mayoría de la gente nos presenta sus casos porque tenemos un buen sistema, no hay corrupción. Seguimos las reglas de acuerdo al Corán", agregó.

Las disputas sobre propiedad de tierras son comunes en Afganistán debido a que millones de refugiados que regresaron desde que cayeron los talibanes hallaron sus terrenos o vivienda ocupados y no cuentan con medios para recurrir a un juez.

Pocos pueden darse el lujo de pagar los sobornos que exigen algunos funcionarios y por ello las disputas se prolongan durante años.

El gobernador de Kunduz, Ghulam Sakhi Baghlani, reconoció que existe un problema con la corrupción, pero dijo que no todos estaban involucrados. Cuando se presentaron casos ante las autoridades, estas los manejaron de manera adecuada, añadió.

Baghlani también criticó al Gobierno central por la liberación de prisioneros, incluyendo aquellos que se sabe se unieron a los insurgentes en Kunduz.

Pero las dudas sobre la honradez de los funcionarios locales son comunes.

"Por supuesto que si el Gobierno fuera capaz de resolver nues

Por Jessica Donati y Feroze Jamal

CIUDAD DE KUNDUZ Afganistán (Reuters) - Sardar, un joven de 23 años que trabaja en la barbería de su hermano en la norteña provincia afgana de Kunduz, pagó los sobornos que le pidieron las autoridades para resolver una larga disputa familiar sobre la tierra.

Cuando los sobornos no tuvieron el efecto deseado, Sardar optó por los talibanes, el severo movimiento islamista que ha combatido a las fuerzas extranjeras desde que fue derrocado del poder 13 años atrás.

"Vinieron a nuestra casa en Chahar Darah y les llevó dos días resolver el problema", dijo el joven.

Según autoridades oficiales, los talibanes controlan virtualmente dos de siete distritos en Kunduz - Chahar Darah y Dasht-i-Archi. Están ganando influencia en otros lados y los residentes dicen que lo han podido hacer debido a que la poca autoridad estatal existente es vista con profunda desconfianza.

A nivel nacional, la toma de dos distritos por parte de los talibanes es un presagio preocupante más que un cambio de estrategia y las fuerzas estadounidenses creen que el avance del grupo será temporal.

"Los talibanes podrán tomar un distrito o algo así, pero sólo temporalmente", dijo el general John Campbell, comandante de la fuerza de coalición en Afganistán, a periodistas este mes.

"No hay ningún lugar que tenga fuerzas afganas que los talibanes puedan obtener y mantener", agregó.

Sin embargo, esas conquistas y los esfuerzos de los talibanes por ganarse a los locales con una forma un poco más laxa de Gobierno que su anterior régimen de línea dura, se dan en momentos en que las últimas tropas extranjeras terminan su retirada y traspasan el control de seguridad a las relativamente inexpertas tropas locales y a un Gobierno ineficiente.

Los residentes en Chahar Darah hablan de una campaña de los insurgentes para imponer la ley, permitir algunas libertades como la televisión o vestimenta occidental y, en un cambio considerable, dejar que las niñas asistan a la escuela, algo impensable cuando estaban en el Gobierno.

De todas maneras, se aplican amplias restricciones en las clases.

"Cuando ven las materias que se enseñan en la escuela y ven que están en concordancia con la sharia (ley islámica), confían en el sistema", dijo Badal Bibi, directora de asuntos de la mujer en Kunduz.

"Los talibanes están (incluso) enviando a sus hijas a la escuela para que aprendan y controlen las clases. Pero quitaron el inglés como materia", explicó. Agregó que las clases tenían un enfoque cada vez más religioso y no se permitían maestros en clases de alumnas que ya alcanzaron la pubertad.

Las interpretaciones de la sharia varían mucho, pero para los talibanes consta de materias religiosas, clases estrictamente segregadas y que las mujeres vistan ropas que le cubran todo el cuerpo.

SISTEMA DE CORTES

Los talibanes buscan distinguirse de las impopulares autoridades locales a través de una cadena de "cortes" informales que se centran en las disputas por tierras en el país.

Un juez talibán entrevistado por Reuters en Kunduz dijo que se han desplegado "comisiones especiales de justicia" en todo Afganistán para llenar el vacío dejado por el caótico y con frecuencia corrupto sistema legal.

Por ahora, evitan establecer una presencia permanente por temor a ataques aéreos de Estados Unidos y trabajan en mezquitas o en hogares.

Bajo el nombre de ulema Abdul Bakhi, el juez dijo que había estado en la provincia de Kunduz durante seis meses, y antes en otro lugar del país desde que se unió a los insurgentes tres años atrás.

"La gente nos cuenta sus problemas y vamos al área para resolver la disputa de acuerdo a la sharia", dijo Bakhi, añadiendo que trata uno o dos casos por día.

"La mayoría de la gente nos presenta sus casos porque tenemos un buen sistema, no hay corrupción. Seguimos las reglas de acuerdo al Corán", agregó.

Las disputas sobre propiedad de tierras son comunes en Afganistán debido a que millones de refugiados que regresaron desde que cayeron los talibanes hallaron sus terrenos o vivienda ocupados y no cuentan con medios para recurrir a un juez.

Pocos pueden darse el lujo de pagar los sobornos que exigen algunos funcionarios y por ello las disputas se prolongan durante años.

El gobernador de Kunduz, Ghulam Sakhi Baghlani, reconoció que existe un problema con la corrupción, pero dijo que no todos estaban involucrados. Cuando se presentaron casos ante las autoridades, estas los manejaron de manera adecuada, añadió.

Baghlani también criticó al Gobierno central por la liberación de prisioneros, incluyendo aquellos que se sabe se unieron a los insurgentes en Kunduz.

Pero las dudas sobre la honradez de los funcionarios locales son comunes.

"Por supuesto que si el Gobierno fuera capaz de resolver nuestros problemas todos estaríamos contentos", dijo un comerciante en Kunduz, quien contó que mantuvo una disputa de larga duración con un vecino que fue resuelta por los talibanes cuando él no pudo pagar los 2.000 dólares que le pedía un funcionario.

Pidió no ser identificado, por temor a las posibles represalias de las autoridades, y dijo que el funcionario le había pedido el dinero durante las plegarias.

"¿Es ese el comportamiento de un musulmán?", preguntó el comerciante.

"LOS TALIBANES SON COMO UN LADRÓN"

La debilidad del Gobierno en Kunduz y otras partes ha coincidido con una prolongada parálisis política en Kabul, donde dos rivales por la presidencia mantuvieron una agria batalla por el poder antes de finalmente acceder a un acuerdo de gobierno compartido.

Mir Ghousuddin, quien representa a 52 poblados en Chahar Darah, dijo que los insurgentes talibanes habían llenado con éxito un vacío de poder en la mayor parte de su distrito e impusieron una mayor seguridad, aunque a veces lo hicieron utilizando métodos inflexibles.

"Se llevan el 10 por ciento de las ganancias de la agricultura y otros negocios, como un impuesto", dijo.

"Una cosa está clara: los talibanes son como un ladrón. Si el Gobierno estuviera ahí, sería mejor, pero no hay alternativa porque el Gobierno es muy débil en este momento", agregó.

La policía local, reclutada y armada por las fuerzas occidentales, dejó de intentar luchar con los talibanes, dijo el hombre a Reuters, y los ayudaba.

"Los talibanes no solían estar bien armados, pero ahora tienen muchas armas porque tomaron armas y (vehículos) Rangers de la policía", dijo Ghousuddin.

El gobernador de Kunduz coincidió en que había una crisis de confianza en el Gobierno tanto a nivel local como nacional.

"Mi sugerencia para el nuevo presidente es un buen gobierno", dijo, refiriéndose a Ashraf Ghani, quien finalmente asumió el cargo a fines de septiembre. "Eso convencerá a la gente de apoyar al Gobierno", agregó.

La falta de confianza se asimila a la de mediados de la década de 1990, cuando los afganos cansados de la guerra civil entre dos caudillos locales optaron por los talibanes para restaurar el orden.

Pudieron hacerlo en casi todo el país, aunque un régimen marcado por ejecuciones públicas, palizas y severas restricciones a los derechos de las mujeres hizo que se evaporara su popularidad.

"AUMENTAR EL APOYO"

En un reciente mensaje por el festivo musulmán de Eid, el ulema Omar, un líder talibán considerado cabeza del movimiento actual, instó a sus seguidores a embarcarse en una campaña política así como en una militar.

"Compórtense adecuadamente con la gente común; muéstrenles compasión y mantengan buenas relaciones con ellos", escribió el ulema Omar, quien se cree está escondido en Pakistán cerca de la frontera afgana. "Esto es para aumentar su apoyo entre las masas", explicó.

Aunque Omar es aún considerado la voz principal del movimiento, su estructura de liderazgo ha cambiado para darle más poder a los comandantes locales, dijo Alex Strick van

Linschoten, un experto sobre los talibanes que pasó años en Afganistán y escribió un libro sobre ellos.

"Desde el 2003 en adelante, tuvieron que reconstruir la organización desde cero de una manera diferente", comentó.

"El acceso a la salud, a la educación, todas cosas que vieron que la gente demandaba después del 2001, y se dieron cuenta que les ayudaría a ganarse a la gente", explicó, añadiendo que la popularidad de los talibanes era aún limitada.

"No creo que podamos hablar de un amplio apoyo a los talibanes en Afganistán en este momento", afirmó.

Al mismo tiempo que aumentaban el apoyo popular, los talibanes redoblaron sus ataques contra las fuerzas locales y extranjeras, buscando hacerse del control de territorio.

El movimiento, que otrora prohibió a casi todos los medios, abrió un sitio de internet con una línea telefónica para que los afganos llamen si quieren reportar muertes civiles o abuso de sus comandantes.

Cuanto Reuters intentó llamar al número, no funcionaba.

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