Miren este gráfico….
Al final, la rentabilidad de la renta fija, pese a los bajos tipos de interés actuales (y cada vez más bajos), sigue superando con creces a la rentabilidad obtenida por la inversión en bolsa.
Ya podemos debatir sobre la infravaloración de la renta variable frente a la renta fija; también podemos alertar sobre la “de-equitización”; sobre los potenciales riesgos en teoría mayores de la inversión en bonos frente a la bolsa (hace ya tiempo que la teoría y la realidad no se llevan bien en un escenario tan complejo como el actual)…al final, la renta fija sigue haciéndolo mejor que la bolsas. Y el dinero sigue apostando claramente porque esta mayor rentabilidad relativa se mantenga en el futuro.
¿Por qué? Es claro que, en con la elevada deuda como uno de los principales lastres para el crecimiento, la actuación de las autoridades monetarias se ve abocada tanto a facilitar los ajustes como a impedir que sean traumáticos. Esto último supone unas condiciones financieras más favorables (represión financiera), al mismo que tiempo que se penaliza el ahorro.
El debate surge cuando estas medidas si se prolongan en exceso en el tiempo se convierten en un factor de riesgo adicional que deteriora las perspectivas de los agentes, limitando la mejora esperada del consumo y deprimiendo la inversión. Además, mantener el ritmo de crecimiento a base de aumentar la deuda total no parece ser muy saludable desde una perspectiva de medio y largo plazo. Este probablemente será el próximo debate en el futuro.
Al final, la mejora de las condiciones financieras para la deuda conllevan una mayor restricción financiera para el ahorrador. Pero esto no se puede mantener de forma indefinida. Veremos.