Si has usado Bitcoin Core (BTC) en el transcurso del mes pasado, habrás notado que el costo de una transacción puede alcanzar fácilmente los 5 o 10 dólares, y que su confirmación en la cadena de bloques puede ocurrir tras varias horas o varios días –dependiendo del grado de congestión–. Eso se debe a que Bitcoin Core está siendo rediseñado para su uso exclusivo por parte de grandes instituciones financieras como sistema de liquidaciones.
Lo único que le queda de Bitcoin al esperpento de Blockstream es el nombre y el ticker del precio, al que responden cíclicamente las masas de especuladores animados por los medios masivos de comunicación. Cada uno de ellos cree que será el último en vender sus monedas antes de que acabe la fiesta del dinero rápido; no saben que han ingresado al “Bates Motel” de las criptomonedas, y no lo sabrán hasta el momento en que traten de salir.
Han escuchado que Bitcoin Core (BTC) tiene valor porque es un “refugio de valor”. ¿Y por qué es un refugio de valor? ¡Pues porque tiene valor! No saben, y nadie les ha explicado, que la única manera de salir de este argumento circular es por la puerta de la utilidad, hoy bloqueada por un ejército de zombies al servicio del cártel bancario.
Deforme, castrado, totalmente incapaz de cumplir con la promesa de libertad económica contenida en el whitepaper de Satoshi Nakamoto, Bitcoin Core (BTC) ha dejado de ser una amenaza para el status quo, y todo indica que ha pasado a ser un instrumento más en manos de sus defensores. Mientras tanto, el concepto original (“a peer to peer electronic cash system”) sigue siendo desarrollado en Bitcoin Cash (BCH).
Su potencial de convertirse en buena moneda es lo que atrajo de Bitcoin a los primeros inversores. Cash digital, dinero electrónico p2p –con todos los atributos monetarios deseables del oro pero infinitamente divisible y libre de fricción transaccional– es y siempre ha sido la aplicación matadora. Pero el establishment no iba a recibir la estocada sin dar pelea.
Bitcoin fue sistemáticamente satanizado tanto por la clase gobernante como por la clase sacerdotal de nuestros tiempos (académicos y periodistas), desde su nacimiento hasta el momento en que Blockstream logró convertirlo en un juguete más de la oligarquía financiera, por el mismo motivo que hoy Bitcoin Cash está siendo satanizado: el afán de perpetuar el matrimonio entre Moneda y Estado.
Gracias a una exitosa campaña de censura y desinformación, en la actualidad la criptomoneda con mayor capitalización de mercado es la única que colapsa cada vez que el uso de su cadena de bloques aumenta significativamente –esto es, la única que fracasa como dinero electrónico p2p–. Las demás –nos dicen los cryptoleninistas contra toda evidencia– carecen de utilidad.
Pero el mercado, aunque se toma su tiempo, siempre encuentra maneras de esquivar las ineficiencias. Mientras tanto, puedes lamentar la demora o puedes aprovechar la ventana de oportunidad. Porque tarde o temprano…
– El pobre infeliz que encuentre un antiguo monedero con el equivalente a USD 50 en BTC descubrirá que es imposible mover ese dinero sin quemar buena parte del total en tarifas –si es que puede moverlo–.
– El inversor que tiene bitcoins Core (BTC) en una plataforma de intercambio querrá usar su propio monedero y tendrá que enfrentar la realidad de una cadena de bloques inutilizable.
– El blogger o youtuber que ha recibido durante años propinas en una misma dirección BTC descubrirá que debe pagar cientos o miles de dólares en tarifas si pretende efectuar un pago desde esa dirección.
– Las elevadas tarifas impuestas por Blockstream a los usuarios de BTC obligarán tanto a vendedores como a compradores de cualquier cosa que no valga decenas de miles de dólares a buscar alternativas funcionales.
– El usuario de BTC preocupado por la privacidad buscará infructuosamente una manera económica de borrar las huellas públicas de su actividad económica.
– La disminución de la recompensa por bloque hallado forzará a los mineros a apuntar su poder de cómputo a una cadena de bloques escalable.
– Incluso los usuarios más ricos de BTC se rehusarán a pagar tarifas artificialmente elevadas (en presencia de alternativas mejores en todo sentido).
Todo esto ocurrirá o ha ocurrido ya, y seguirá ocurriendo salvo que en el futuro las leyes más elementales de la economía sean abolidas por decreto divino. Si estás familiarizado con estas leyes, puedes considerarte privilegiado; no por haber dado con información secreta, sino por haber adquirido conocimientos mayormente ignorados e incluso rechazados por las masas de analfabetos funcionales que año tras año produce el sistema “educativo” estatal. Lo mejor que puedes hacer por ellos es contribuir al proceso de monetización del dinero electrónico p2p. De este modo beneficiarás, en efecto, al mundo entero en la medida de tus posibilidades, tal como lo hicieron en el pasado quienes apostaron al petróleo justo antes de la adopción masiva de la gasolina.