Las trifulcas entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, son una realidad desde tiempos remotos, aunque hay quien dice que, en realidad, son grandes amigos.
Cierto es que Trump es un gran estratega, y que está cumpliendo a rajatabla con su máxima America First, gobernando por y para su país.
Cierto es también que para Trump no hay rival a lo largo y ancho del Planeta, que pueda poner en peligro sus políticas y estrategias económicas (o, al menos, eso es lo que él cree).
Pero lo que también es cierto es que la “gestión” de guerra comercial se le está atragantando al presidente estadounidense. Quizá subestimó a su adversario en esto de los aranceles. Quizá subestimó la fortaleza de las empresas del gigante asiático (como le advirtió esta semana el fundador de Huawei). Y quizá también subestimó las consecuencias de sus actos en los mercados financieros (no solo los europeos y asiáticos, sino también el americano) y las propias compañías norteamericanas (como el desplome de las tecnológicas tras el anuncio del veto a Huawei por parte de Google (NASDAQ:GOOGL)).
Quizá a Trump se le está yendo de las manos la guerra comercial. Lejos de ‘mantener a raya’ a su entonces amigo Xi Jinping, el presidente estadounidense ha visto cómo la respuesta inmediata de gigante asiático puede provocar una guerra tecnológica, en la que todos pierden.
Quizá se le está yendo de las manos el control… O no. He leído comentarios que sitúan a Trump como buen trader y que afirman que el magnate podría estar sacando una buena tajada de los vaivenes del mercado, sabiendo cuándo van a desplomarse y cuándo van a repuntar.
Sin embargo, la tregua de 3 meses al veto a Huawei ha sido vista por el mercado como una clara reacción de Trump al ver las pérdidas millonarias de las empresas tecnológicas norteamericanas. Quizá el presidente no era consciente (¿seguro?) de que el sector tecnológico es uno de los más globalizados del mundo, en el que todos dependen de todos.
Cuando China amenazó con paralizar la exportación de los llamados ‘minerales raros’, Trump reculó. Y es que Estados Unidos depende en un 80% de las exportaciones de tierras y minerales raros procedentes de China, de elementos como el escandio o el lantano, con el que se fabrican cientos de productos electrónicos. Pero, quizá para que el mercado no empiece a tacharle de 'flojo', Trump vuelve al ataque y ya se rumorea con posibles nuevos vetos a empresas chinas.
También hay quien dice que Trump llegará a un acuerdo con China, sí, pero todo lo más cerca que pueda de noviembre de 2020, mes de elecciones presidenciales en Estados Unidos, con el objetivo de proclamarse dueño y señor de las negociaciones comerciales (no solo con China, sino con Europa -recuerden que el presidente estadounidense ha dado una patada hacia adelante retrasando 6 meses la imposición de aranceles al sector automoción, una buena forma de ganar tiempo-).
Pero, hasta ese momento, hasta noviembre de 2020, queda mucho tiempo. Con Europa parece que a Trump le va bien, no hay mucha ‘resistencia’. Pero, ¿y con China? ¿Subestima Trump a Xi Jinping? ¿O es solo parte de la estrategia?
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