La declaración, la pasada semana, por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la emergencia sanitaria internacional por la propagación del coronavirus originado en la ciudad china de Wuhan supuso un nuevo revés para los mercados de renta variable internacional y un nuevo impulso para el mercado de los bonos y del oro. En Europa el EuroStxx 50 retrocedió en la semana un 3,66% y el IBEX 35 un 2,03% cerrando su peor enero desde el 2016. Al otro lado del chaco los índices de Wall Street se anotaron caídas semanales superiores al 2%.
Sin embargo, el verdadero impacto en los mercados de este factor exógeno lo veremos esta semana con la reapertura de la actividad en los mercados chinos, tras las festividades del nuevo año lunar. En previsión del probable desplome de la bolsa china las autoridades intervendrán el mercado con una inyección de liquidez de 174.000 millones de dólares este lunes que evite comportamientos irracionales en el corto plazo. Parece una medida acertada teniendo en cuenta que anteriores ocasiones en situaciones similares los mercados sobre reaccionaron con recortes excesivos en los momentos iniciales y recuperaron en poco tiempo tras el control de la crisis sanitaria. Y en esta ocasión no debemos esperar que sea diferente.
Es bastante evidente que esta epidemia tendrá un impacto en el crecimiento mundial teniendo en cuenta las restricciones que se están imponiendo. Algunos analistas ya cuantifican este impacto en una reducción de tres décimas en el crecimiento económico mundial del primer trimestre del año. Pero, ¿Es esto suficiente para tomar una decisión de cambio de estrategia en nuestra cartera? Claramente no. Pero esta situación nos puede servir para realizar unos movimientos tácticos que nos acumulen jugosas dÉcimas de rentabilidad en el balance anual de nuestra cartera. Se trataría de realizar beneficios en nuestra posición de renta fija para reposicionarnos cuando repunten la tires, que lo harán cuando se solucione la crisis, y aprovechar la corrección bursátil tomando posiciones a deshacer tras el previsible rebote.
El inversor tiende a confundir la táctica y la estrategia. O lo que es peor, llevar a cabo tácticas sin una estrategia predefinida. Este es uno de los errores más caros en el mundo de la inversión ya que nos puede llevar a quedarnos atrapados en un posicionamiento no adecuado. La estrategia es de largo plazo mientras la táctica se centra en el corto plazo y en las actuaciones concretas para llevar a cabo una estrategia. Es primordial definir una estrategia de inversión que debe estar basada en aspectos de largo plazo. Y en lo que en economía se refiere en los aspectos fundamentales como el crecimiento económico, los resultados empresariales y últimamente en las políticas monetarias.
La estrategia de inversión no debe verse afectada por hechos sobrevenidos o por hechos del pasado sino por la previsión que hagamos de los aspectos fundamentales en el futuro. Por eso es primordial utilizar indicadores adelantados en lugar de indicadores de hechos pasados. Indicadores adelantados como los PMI manufactureros y de servicios o los índices de confianza que predicen la salud de la economía en los meses venideros.
Para realizar cambios en la estrategia conviene no perder de vista estos indicadores que precisamente los conoceremos esta misma semana. Esta semana se publican los PMI manufactureros y de servicios de las principales economías mundiales. Estamos en un año clave, tras las previsiones de ralentización del crecimiento mundial, y una señal de cambio estratégico deberá venir motivado tras una interpretación adecuada de estos indicadores adelantados.
Por el momento los PMIs compuestos (manufacturero + servicios) de las principales economías se mantienen en zona de expansión pero existe una preocupación razonable por la situación de los PMI manufactureros, especialmente del viejo continente y de Japón que están situados en zona de contracción.