Los inversores, por lo general, especialmente al principio de sus primeras operaciones en los mercados bursátiles, ignoran el impacto que tienen sus emociones en sus resultados. Pueden realizar un curso básico de bolsa, luego otro avanzado. Miran videos, consultan noticias, hacen más formación en otras escuelas, compran libros de análisis técnico y leen revistas especializadas. Todo eso es correcto, puesto que el conocimiento y la formación son imprescindibles en cualquier área profesional.
Los expertos en inversiones reconocen, por propia experiencia, el impacto que tienen sus decisiones tomadas de forma precipitada y emocionalmente. Sin embargo, hay profesionales de los mercados que, sencillamente, desprecian la psicología del inversor, quizá porque a través de sus muchos conocimientos y dedicación han logrado un “expertise” que les hace ser rentables de forma consistente. Quizá han desarrollado una “competencia inconsciente” como ocurre cuando somos capaces de reaccionar positivamente a una amenaza, si estamos conduciendo nuestro coche en una zona de intenso tráfico.
Conozco a personas, amantes del trading, inversores no profesionales, que llevan invertidos hasta 15.000€ y más en formaciones de análisis técnico, gestión monetaria, indicadores, patrones de velas, precio y volumen, etc. Recordemos que los cursos presenciales tienen gastos de desplazamiento y estancia añadidos.
A pesar de haber dedicado mucho tiempo al estudio, de haber hecho muchas operaciones en simulado, cuando operan “en real” no logran ser rentables en bolsa. Son personas que saben que sus impulsos y sus patrones de miedo, avaricia, inseguridad, exceso de optimismo y otras emociones las que están detrás de haber perdido sus cuentas. Seguramente tienen desconocimiento de cómo funciona su mente en la toma de decisiones económicas. También sienten reparos en tener que “mirarse por dentro”, es decir, saber más de su personalidad y sus patrones de conducta ante el dinero y las finanzas.
Para acercar al lector de cómo es el psico trading, a nivel practico, iré compartiendo algunos casos reales. Los nombres y circunstancias están cambiados para proteger totalmente el anonimato de estas personas. Quizá algún lector pueda sentirse identificado y es porque la conducta humana se repite.
Cuando ir más lento supone llegar antes a la meta
¿Qué ocurre en la mente de una persona que es altamente competitiva? El espíritu deportivo fomenta la superación personal y el logro de metas: “Más rápido más alto, más fuerte”. |Me encanta las personas que aman y practican el deporte.
La práctica de alguna disciplina deportiva, sea correr, nadar, ir en bicicleta o tenis, ayuda mucho a los inversores y traders. Los beneficios son altos: se fomenta la disciplina, tan importante en cualquier actividad altamente exigente, se reequilibra la energía interna, ayuda a eliminar el estrés, favorece la concentración y se gana salud.
He aquí la historia de una persona, llamémosle Bettina, deportista amateur en su tiempo libre. Una mujer de 32 años, muy preparada profesionalmente. Diseñadora de zapatos de moda para una casa mundialmente reconocida por la estética y belleza de sus productos. Ella reunía las condiciones para ser una buena trader, por ser muy disciplinada y encantarle las inversiones.
Las altas exigencias de la etapa de presentación y lanzamiento de nuevas líneas de calzado, la hacía estar entrenada a los sprint, a los días de intenso trabajo en la empresa, al stress. ¿Adoraba quizá este ritmo rápido y trepidante, que le daba cierta medida de su alta competencia?
Cuando empezamos a trabajar juntas su objetivo era claro: “Quiero ganar dinero en el trading para no depender exclusivamente de mi trabajo”.
Después de varias sesiones de clarificación y profundización, llegamos a la raíz del problema: el exceso de confianza en sí misma y su competitividad, su cierta adicción a las emociones fuertes, le hacía operar en una forma muy rápida, el scalping. En pocos minutos, incluso segundos, tenía que tomar decisiones sumamente rápidas de compra o venta. Esta forma de abordar sus inversiones la mantenía en alto grado de atención y concentración, impaciente por ganarle la partida al mercado. Pero… el mercado es neutro, le importa bien poco si el inversor gana o pierde, si está tranquilo o no duerme, si se enfada o se desespera por los resultados adversos.
El problema de Bettina era que su sistema psíquico estaba sobre estimulado, tanto por el propio trabajo como por el estrés y la impaciencia de cerrar operaciones ganadoras. El lema “más rápido, más alto” no le estaba funcionando. Tuvimos que ir al fondo de esa necesidad de competir, de ganar para reequilibrar la energía y sus emociones.
Después de varias sesiones, estuvimos trabajando juntas el reequilibrio entre vida personal y vida profesional (incluyendo su actividad inversora). Le hice la sugerencia de que ampliara su tiempo para cerrar operaciones, a modo de Swing Trading y Day Trading que se basa en operaciones con cierre más amplio de tiempo, según sea la subida de tendencia. Este margen de tiempo le ayudó a tomar perspectiva, a realizar el análisis sin tanta precipitación.
Al mismo tiempo abordamos el objetivo de centrarse en su plan de inversión y de gestión monetaria estrictamente, no fijándose en los resultados como venía haciendo constantemente. Su trading mejoró ostensiblemente, sus resultados también. Tanto es así que Bettina empezó a destinar una parte de su dinero a inversiones diversificadas y a más largo plazo, también de renta variable. Su horizonte de inversión se amplió a varios años, pensando en objetivos de futuro. Eso le hizo sentirse más segura y tranquila económicamente.
Hoy en día Bettina está feliz. Sigue haciendo trading, deporte, le gustan los retos y, como no, es muy competitiva. Pero ha aprendido una enseñanza importante: “A veces, ir más lento, supone llegar antes”
“Si queréis ser ricos no aprendáis solamente a saber cómo se gana,
sino también cómo se invierte” Benjamín Graham.
Las adicciones en la vida privada afectan al comportamiento como inversor Un día recibí la llamada nerviosa, urgente, de una chica que llamaremos Rosario. Me dijo que se había informado sobre mi actividad profesional como psicotrader y que necesitaba que ayudara a su novio, porque tenía un comportamiento extraño. “Desde que se ha dedicado, hace unos meses a las inversiones en bolsa, lo encuentro raro, diferente, se pasa todo el día mirando a la pantalla del ordenador, no le apetece que salgamos o nos distraigamos. Está como obsesionado. No sé qué hacer. Estoy muy preocupada por él”.
Cuando ocurre algo así, es evidente que quien está necesitada de ayuda, en principio, es la persona que llama. Si su malestar o agobio proviene del comportamiento de otro, bien sea su novio, su esposo o hijo, primeramente, hay que asegurarse si, quien dice que necesita orientación y apoyo, verdaderamente lo quiere. Así se lo dije, porque tengo alguna experiencia en recibir el rechazo de alguien que no quiere ser ayudado.
Pasaron pocos días y por fin recibí una llamada de un hombre que llamaremos “Claudio”. Habló de sí mismo con distanciamiento, como si no se tratara de él. Muy educado y correcto en su expresión, quiso informarse de cómo podría desarrollarse el programa de mentoría y psicotrading. Le hice una propuesta por escrito en base a lo que me transmitió, de entrenar su mente y sus emociones, causantes de no poder realizar unas buenas operaciones de inversión. Al día siguiente me dijo que aceptaba y que esperaba que nuestro trabajo tuviera buenos resultados.
Tuvimos solo dos sesiones, de las ocho que había contratado inicialmente. Contaré que empezamos con unos test de autoconocimiento para tener una aproximación de su personalidad, sus valores y sus patrones de comportamiento. La respuesta de Claudio fue fulminante, tanto por escrito como por conversación telefónica: “No la he contratado para indagar sobre mí mismo, sino para ser rentable”. Estaba furioso, muy enfadado y gritaba. Al fondo, se escuchaba la voz nerviosa de la novia, desesperada, intentando calmarle.
Rosario, la chica, me llamó más tarde aprovechando una salida a la calle. No quería hablar delante de su novio. No sabía cómo disculparse. Y me contó más cosas: que Claudio bebía habitualmente, que era muy nervioso y que desde que empezó con la Bolsa ya había perdido más de 50.000€, en solo seis meses. Que, en un ataque de furia, después de un día más de perdidas, había tirado el televisor contra el suelo.
Como había hecho el pago del proceso de forma anticipada, me apresuré a escribirle a Claudio dando por rescindido nuestro acuerdo y haciéndole una transferencia de las sesiones no realizadas. Le sugerí, con palabras bien prudentes, que acudiera a la ayuda profesional de un psicólogo clínico, que, en mi opinión, le vendría muy bien para calmar la ansiedad y canalizar tantos sentimientos descontrolados. Porque desde la mentoría y el coaching hay temas de trastorno psicológico que requieren de la intervención de un experto.
“He llegado a la conclusión de que algunos traders podrían perder menos dinero si aplicaran los principios de los Alcohólicos Anónimos a su operativa”
Alexander Elder, Psiquiatra