No hace mucho tiempo, hablando de bolsa e inversión con varios amigos, uno de ellos detuvo la conversación para preguntarme qué quería decir exactamente cuándo utilizaba esta frase. Esta, más que una frase, para mí es un dogma, y lo suelo utilizar habitualmente cuando trato estos temas, ya que en mi opinión es determinante para cualquier tipo de operativa en los mercados financieros, al margen del plazo, estilo de operativa o el tipo de análisis. De hecho, es algo que afecta directamente a los resultados de cualquier trader o inversor sutilmente, pero de manera decisiva.
Es divertido, entretenido y en ocasiones hasta “sano”, debatir con los amigos que hará el mercado en su próximo movimiento. De hecho estos debates o “batallas” entre analistas técnicos y fundamentales, operativas alcistas y bajistas o productos derivados frente acciones, han hecho correr largos ríos de tinta. Sin embargo, a la hora de gestionar nuestro capital, esto debe mantenerse rigurosamente al margen de nuestras decisiones económicas u operativas.
Muchos somos de la opinión, de la importancia que tiene gestionar activamente el riesgo de cada operación que abre, es decir, a partir del momento en que se abre una nueva operación en el mercado, esta debe ser monitorizada para que dependiendo de su evolución, el operador intervenga en ella de una u otra manera, o dicho con otras palabras, si la operación va bien la vamos “dejando correr” y si va mal, deberemos cerrarla (o cubrirla) de manera tajante y sin paliativos. Y es que es aquí donde está quid de la cuestión, hay ocasiones aunque no todas, en las que desde el principio, sabemos que la operación por el motivo que sea, va a ser perdedora, sin embargo nuestra aversión a la perdida unido a nuestro orgullo de admitir que nos hemos equivocado, nos paralizan e impiden cerrar (o cubrir) la operación a sabiendas de que la operación al final será perdedora.
¿Qué repercusiones tiene no gestionar activamente la operación?
Si la operación tiene su stop loss o límite de perdidas predefinido previamente, y por los motivos comentados en el párrafo anterior éstos nos impiden cerrar (o cubrir) la misma anticipadamente, el error aunque más caro que habiéndola cerrado de antemano, no pasará del límite fijado o stop loss. No obstante si hacemos esto habitualmente, es decir esperar a que las operaciones perdedoras toquen siempre el stop loss sin haberlas cerrado previamente, los resultados finales después de un número significativo de operaciones, serán negativos o perdedores.
Si la operación no tiene predefinido un límite de pérdidas o stop loss. Aunque con la mayoría de operaciones esto no ocurra, llegará un momento en el que estando confiados, una sola operación perdedora se “trague” gran parte del capital de la cuenta.
De hecho, de lo que se trata, es de que si una operación (repito, no todas), tenemos muy claro que va mal desde el principio, la cerraremos o la cubriremos y cuando tengamos más claro el comportamiento del mercado, la volveremos a abrir o le retiraremos la cobertura. En operativas en el corto plazo se hará de manera más habitual, y para sistemas de largo plazo se hará sustancialmente menos.
Resumen: gestionar las pérdidas de una manera activa (pero sin sobre operar), con buen criterio y evitando que los sesgos como la aversión a la pérdida o el orgullo nos afecten, marcarán significativamente los resultados de nuestro trading o inversión.