Antes de empezar a detallar los principios básicos y fundamentos sobre los cuales se basa la identidad digital basada en Blockchain, es relevante primero entender que es la identidad digital, que pretende solucionar este concepto tecnológico y sobre todo como se articula con las cadenas de Bitcoin o cualquier otra red de tipología basada en blockchain.
En el mundo analógico la identidad de cada uno de nosotros está ‘certificada’ por organismos públicos, a los cuales les otorgamos todos la máxima confianza y expiden un documento oficial que todos consideramos válidos. Ejemplos claros que utilizamos todos de forma diaria serían, el Documento Nacional de Identidad, el pasaporte o el carnet de conducir por poner los casos más sencillos y evidentes. Estos documentos garantizados por un organismo central, autentifican y autentican quienes somos, capacidades que nos permite realizar (ejemplo poder conducir) e identificarnos ante estamentos nacionales o internacionales. Este modelo ha servido para articular el control de personas, actividades, tránsitos, etc… durante décadas.
La última década con el nacimiento y crecimiento de las redes sociales y el auge del comercio electrónico, ha aparecido una nueva necesidad que en la actualidad aún no está cubierta y es la de la identidad digital, es decir, una certificación análoga a la del mundo físico pero que pueda ser gestionada por el propio individuo. Este último matiz es muy relevante, me refiero al concepto de que pueda ser gestionada por el propio individuo y no por un tercero.
Pongamos otro ejemplo para entenderlo mejor.
1500 millones de personas en el mundo tiene Facebook y algunos cientos de millones más tienen cuentas de correo de Google, muchos utilizamos esta identificación digital para utilizar otras aplicaciones o accesos a servicios para no tener que volver a realizar el proceso de alta de usuario y todos felices porque funciona. ¿Qué pasaría si por cualquier motivo Google o Facebook nos dieran de baja de sus sistemas de identidad por alguna causa?. La respuesta es que no solamente perderíamos el poder acceder a nuestras cuentas en ellas, sino que también ocurriría igual en todos los otros lugares donde nos hemos dado de alta.
Asimismo uno de los temas más criticados y en boga en el mundo tecnológico son las malas praxis utilizadas por los depositarios de nuestras identidades ya que obtienen réditos económicos con nuestros datos, que obviamente no comparten con nosotros. La identidad digital ha tenido en esta última década iniciativas, como por ejemplo el DNI digital que nos permite interactuar con administraciones públicas en el mundo cibernético, pero todas ellas han tenido un nexo de unión y es la dependencia en un organismo que las emite y controla, dicho en otras palabras son identidades centralizadas en un tercero, una réplica de la fotografía del mundo analógico.
El principio básico que se busca en la identidad digital es por un lado la de aglutinar las funciones que tienen en la actualidad las existentes por los entes gubernamentales, es decir, interactuar de forma oficial para la realización de transacciones y que además tengan una utilización genérica que facilite el control del uso que se le da a la identidad propia en el mundo digital. Expresado de otra manera que nadie pueda utilizar nuestra información personal sin nuestro consentimiento y obtención de un lucro del cual no nos beneficiamos, este modelo de identidad recibe el nombre de Self-Sovereign identity (SSI).
La irrupción de la tecnología denominada ‘Blockchain’ que introdujo Satoshi con la definición del protocolo de Bitcoin, tiene una serie de características que pueden ser perfectamente reutilizables para la integración de la identidad digital, como son la trazabilidad, transparencia e inmutabilidad. Estas mismas fortalezas, aunque sea irónico, son también sus debilidades. La transparencia en el concepto de una blockchain pública (importante este matiz que luego desarrollaré), es una de las características principales ya que todo el mundo tiene acceso a todos los datos que se publican en la red, por tanto, cualquiera podría obtener información de mis datos y de cómo hago uso de ellos. La inmutabilidad es otro de los principios en los cuales se basa una blockchain pública y corresponde a la capacidad que cualquier dato publicado en la cadena de bloques no puede retrocederse una vez confirmado, a no ser que se realice un ‘fork’, pero para que ello ocurra se requiere una aceptación del 51% de los integrantes de la red.
Cuando me refería a que las fortalezas para usar el protocolo de una blockchain pública para la identidad digital tiene debilidades, corresponde a las siguientes:
1. ¿Tiene sentido que los datos privados de una persona estén publicados y accesibles a cualquiera en la red? En mi opinión no, si que es interesante la utilización del concepto de arquitectura de Blockchain pero estos deberían ser encriptados.
2. ¿Tiene sentido que cualquier movimiento que realizo con mis datos personales quedan fijados y perennes en el tiempo en la red y no puedan ser eliminados? En mi opinión no, debo poder en un momento determinado, por el motivo que fuere, poder retroceder acciones efectuadas al igual que tengo el poder de facilitar el acceso o uso a un tercero (cosa que me permite blockchain).
La arquitectura blockchain tiene la suerte de que no todos los proyectos que existen son con las características de una red pública, existen redes blockchain híbridas y privadas. Por tanto, si que existe la posibilidad de crear identidad digital mediante blockchain que me permita la encriptación de mis datos particulares y ocultar al resto de participantes de la red aquellos movimientos o actividades realizadas que no interesan puedan ser monitorizados.
Es bueno puntualizar las capacidades que diferencian una blockchain pública de una híbrida y de una privada para que pueda ser entendido con mayor facilidad:
Las redes híbridas se sitúan en el punto intermedio entre las dos descritas en la tabla anterior.
En la actualidad existen proyectos en desarrollo en blockchain públicas, híbridas y particulares. A mi parecer y criterio, así como otras veces siempre me he posicionado al lado de las blockchain públicas vs las privadas, creo que para el desarrollo correcto y completamente funcional a las necesidades que tenemos en el mundo cibernético referente a identidad digital, son aquellas que se desarrollan sobre redes híbridas y privadas. Un ejemplo de este modelo es el consorcio Alastria que está desarrollando un proyecto de identidad digital basado en una red blockchain privado-híbrido.
Y para finalizar voy a incorporar un ejemplo ilustrativo de la vida cotidiana para que se entienda que es lo que no ocurriría si tuviéramos ya disponible la identidad digital.
Imaginemos que Luís quiere vender su automóvil y para ello publica un anuncio en una de las webs mas importantes de compra venta de automóviles en Internet. El modelo de contacto de los potenciales compradores es por vía mail. Tras diferentes contactos aparece uno que muestra real interés en el automóvil y no expresa intención de negociar el precio, pero le indica que para finalizar el proceso quiere disponer de una fotocopia de los documentos oficiales del automóvil para certificar que no tiene ninguna carga impositiva, ni legales pendientes. Luis le solicita que facilite sus datos personales para tener la certeza que antes de enviar documentación (aunque sea fotocopias) oficiales del vehículo quiere tener la tranquilidad que no se le dará un mal uso. El comprador le remite una fotocopia de su Documento de identidad y esto tranquiliza a Luís. Le remite la documentación y a partir de este momento el comprador no vuelve a ponerse en contacto con él. Pasa el tiempo y Luís encontró a otro comprador que le adquirió el vehículo sin problemas de ningún tipo. Un día pasado unos meses, la policía de una ciudad cercana a la suya se pone en contacto con Luís porque hay alguien que está realizando fraudes en Internet con la documentación del vehículo que él había facilitado y tiene que responder ante denuncias porque la persona y documentación aportada como pruebas por los demandantes son las que él había facilitado previamente al potencial comprador. En este caso concreto Luís tuvo que perder mucho tiempo yendo a comisaría de policía para justificar lo ocurrido, aportar pruebas documentales del chat que mantuvo con el potencial comprador, denunciar el hecho, etc…
Si hubiera existido la identidad digital, ante todo Luís hubiera certificado que el documento de identidad del potencial comprador no correspondía con la realidad y sobre todo nadie podría haber usado sus datos para publicar en su nombre anuncios falsos en Internet y realizar fraudes suplantando su identidad. ¿Por qué? Porque en este caso Luís no habría dado autorización para que se produjera esa publicación y sobre todo porque los potenciales estafados posteriores, hubieran podido verificar rápidamente que la persona que publicaba el anuncio no era Luís en realidad.