Hace escasamente una hora hemos conocido la inflación del mes de septiembre en la Unión Europea (UE) esta ha sido muy superior a lo esperado llegando a alcanzar el doble digito, un 10% interanual nada más y nada menos.
Para algunos analistas bastante escépticos es algo que se tornaba posible, aun incluso con las subidas de tipos que ha realizado el Banco Central Europeo (BCE) ya que el problema de Europa no es solamente monetario, si no que va más allá.
En este caso hay que analizar pormenorizadamente cada uno de los países de la UE porque los datos de inflación han sido muy dispares dependiendo del país, en el caso de España se sitúa la inflación por debajo de las previsiones siendo del 9% (9% 'vs' 10% esperado) ocurriendo esto mismo en Francia donde la inflación se sitúa por debajo de las expectativas (5,6% vs 5,9% esperado), cosa contraria ocurre en Holanda donde alcanza sus máximos históricos con un 17,1% o en Alemania donde se supera el 10%.
Poniendo el foco en Alemania, la locomotora de Europa, esta herida de muerte, no tanto porque esta misma mañana hayamos conocido que el gaseoducto Nordstream ya haya quedado inutilizado para siempre, si no porque reina el pesimismo más absoluto y no se le ve solución en el corto plazo.
Cualquier economía para recuperarse y en este caso la alemana no es distinta necesita de dos componentes, de un sentimiento favorable por parte de la población y de los propios datos económicos.
En cuanto a la confianza esta semana se conocían los datos de los tres principales indicadores de sentimiento de los alemanes, el de expectativas de negocio, el cual ya se sitúa en niveles peores que en 2008 (y todos sabemos lo que ocurrió), el índice de negocios IFO, que sigue la misma ruta que en la crisis de las punto com o en la crisis de 2008 y el más importante y a su vez más espeluznante, el índice de confianza del consumidor, el cual arroja el peor dato de su serie histórica, siendo el consumidor cuatro veces más pesimista que durante el Covid o cuarenta veces más pesimista que durante la crisis de 2008.
Si lo anterior no fuese suficiente los datos en Alemania en todos los ámbitos han empeorado respecto al mes de agosto, los precios al consumidor han estado subiendo a raíz de la profundización de la crisis energética, así como de las continuas interrupciones de la cadena de suministro. La inflación de bienes aumentó a 17,2% desde 14,7% en agosto, impulsada por el aumento del costo de la energía (43,9% vs 35,6%) y alimentos (18,7% vs 16,6%). Además, los precios de los servicios avanzaron a un ritmo más rápido del 3,6%, en comparación con el 2,2% de agosto, incluso cuando la inflación de los alquileres disminuyó del 1,8% al 1,7%.
Todo lo anterior sumado a un desenlace de la guerra que se torna incierto en Ucrania, llevara a que este invierno parafraseando al presidente francés Macron, acabemos viendo el final de la abundancia dada la predominancia de Alemania en Europa. Una realidad triste pero cierta.