Finaliza una semana en la que el dólar no tuvo sus mejores días, oscilando primero en estrechos rangos de precios, y cayendo, con cierta velocidad, desde el miércoles por la tarde.
Las actas del FOMC, que habitualmente no representan más que lo que se discute en las reuniones, pero no impactan especialmente en los precios, esta vez tuvieron un efecto decisivo. Si bien los miembros del Comité de política monetaria se mostraron partidarios a aumentar los tipos de interés pronto, no dieron mayores precisiones, y la impresión que quedó finalmente es que irán detrás de la política fiscal del presidente Donald Trump, que amenaza pero no ejecuta medidas extremas.
Es entendible la prudencia del Comité: la inflación está lejos del 2% -la presidenta Janet Yellen estimó que recién a fines de 2018 podría acercarse a ese nivel-, y si bien la situación del mercado laboral es de pleno empleo, la calidad del mismo dista de ser la ideal. Esto se ve claramente en las cifras de ganancias por hora.
Los tres incrementos de tipos previstos para este año lucen, por ello, algo exagerados si la situación no cambia. A favor de tantos aumentos hay que decir que Trump acaba de asumir, y aún está midiendo fuerzas con la oposición, lanzando medidas cuya resistencia es más o menos permeable según el caso.
De hecho, el jueves, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, habló del paquete fiscal muy por encima, sin dar precisiones de ningún tipo, y en este tipo de declaraciones e incertidumbres se encuentra la explicación de un dólar que, por peso propio, por diferenciales de tasa de interés de la Fed respecto a los demás bancos centrales, y por la propia situación del resto del mundo, debería estar muy por encima de lo que aparece en los precios.
El euro, con muy poco, sin fundamentales importantes, con una nueva crisis en Grecia, con Le Pen encabezando las encuestas en Francia y exclamando que retirará a su país de la Eurozona y de la UE, y sobre todo con 80 mil millones nuevos en la calle cada mes, superó ya 1,06, y puede extender sus ganancias en pocas horas, a la zona de 1,0630 y 1,0665, próximas resistencias.
La libra esterlina, en tanto, sumida en la cuestión del Brexit -que sale pero no sale, que es querido por cuestiones políticas pero no querido por el mundo financiero-, también aprovecha la baja del dólar alcanzando 1,2570, y con una tendencia alcista en los gráficos de 4 horas.
Y el yen tiene doble motivo para ganar: el dólar bajo, y la búsqueda de refugio. Así llegó ya a 112,29, aunque parece haber encontrado allí un techo, y su llegada a 113 no se hará esperar.
Así comienza este viernes que tendrá, en el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, su único dato de interés en la sesión estadounidense. Claro que no influye mucho en los precios: todos están ocupados viendo como las acciones siguen volando.