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El mercado sufre una atroz disonancia cognitiva

Publicado 11.07.2013, 00:03
Actualizado 14.05.2017, 12:45
Nuestro cerebro realiza cálculos y mediciones una y otra vez para alertarnos de posibles peligros, se trata de un sistema de defensa. Pero cuando el peligro es grande y además también se perciben grandes beneficios a corto plazo, el cerebro debe encontrar una forma de lidiar con la tensión que se produce hasta encontrar una cierta coherencia interna, ya que de otro modo aparecerían no ya simples dolores de cabeza sino serios trastornos mentales. Y no estamos hablando de psicología, estamos hablando del mercado.

Todos recordamos a aquellos a los que se le achacaban las culpas de la crisis de 2008 y también el por qué. El por qué eran los tipos de interés muy bajos por mucho tiempo, lo que inflaba burbujas en distintos mercados. El quién o quiénes -como siempre- están entre de los responsables de uno o varios Bancos Centrales, instituciones por demás ineficaces e inservibles.

Actualmente hay una incongruencia muy grande con esa búsqueda de pasadas responsabilidades, que hasta hace pocos años era una gimnasia de muchos intelectuales. En cambio, hoy nos dicen que no solo no hay un problema sino que es la solución. Y el peligro es tan enorme, que la disonancia cognitiva no es ya un fenómeno individual, sino uno de masas. El mercado se ha vuelto un gigantesco manicomio donde todos nos vemos como iguales y totalmente normales.

Pensar en que la solución no funcionará es algo con lo que nuestro cerebro no puede de ninguna forma, porque implica una crisis peor que la de 2008 y ello es actualmente intolerable. Esa es la razón psicológica de un mercado destinado a explotar pero que nadie quiere ver. La psicología lo explica de maravillas.

Nos vemos motivados a introducir metas superiores a la de la simple sostenibilidad del sistema financiero, y por ello se aceptan soluciones que antes formaban parte del problema. Y es que no hay soluciones, por lo que estamos en un "baile de las sillas" hasta que sea lo que Dios quiera. Se desprecian las consecuencias.

Traído a un nivel consciente, ello se entiende perfectamente como la posibilidad de agravar el delicado equilibrio del sistema, pero nadie se puede dar el lujo de eliminar la variable porque ello implica exterminar el propio sistema y de momento, no tenemos otro.

Es probable que en el futuro la propia metamorfosis del sistema financiero haga nacer un sistema económico nuevo que hoy nadie ve posible ni imagina, y ello será producto de la necesidad y no de la virtud. Será el ave Fénix que renace de las cenizas.

Concluyendo, se hace cada vez más patente que en ciertos sectores clave de la economía hay menos competitividad; que hay un exceso de oferta en el sector de la pequeña y mediana empresa sin la correspondiente demanda por parte del consumidor; que hay capacidad industrial sobrante; que hay menor necesidad de mano de obra humana por los procesos de robotización, tecnificación y desarrollo de software; que se ha llegado a un límite de endeudamiento por parte del consumidor y es ello lo que hace caer el consumo; que por si fuera poco hay escasez de recursos, etc., y que no puede ser la solución el prestar más dinero fiduciario a intereses bajos pero "variables".

Por lo tanto, el ajuste de la economía para que nazca un mercado secular alcista no lo hemos tenido y por el contrario, estamos atrapados en el proceso psicológico en el que usualmente mueren los ciclos alcistas aunque no sepamos cuándo a ciencia cierta.

Nos han llevado a una trampa, que se ve alimentada con lo que se cree que es la solución. La madre de todas las paradojas.

Falta estallar una sola burbuja que hará ver que hubo otras anteriores más pequeñas que despreciamos como aviso. Falta que estalle la burbuja bursátil y están todas las cartas en la baraja para que suceda. Darnos cuenta y aceptar la realidad es tarea individual y colectiva, antes de que se agrave el problema y se produzca el contagio, porque con la baraja se construyó un castillo de naipes.

Creo en una próxima revolución científica que nos lleve a una era de prosperidad económica y a una lucha real contra la contaminación ambiental, creo en una revolución que de solución a la escasez de recursos mediante el uso masivo de energías renovables, creo en una era de pleno empleo basado en la solidaridad. Solo falta que la necesidad agudice el ingenio y ello no es posible subsidiando al sistema y engordándolo como animal destinado al sacrificio.


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