¿Sabías que en los últimos 230 años hubo períodos de hasta 70 seguidos donde invertir en acciones apenas generó beneficios por encima de la inflación? Aunque se afirma constantemente que mantener acciones siempre es rentable a largo plazo, la evidencia histórica muestra una realidad más compleja y menos optimista que la presentada por los nuevos gurús financieros, que suelen centrarse exclusivamente en el rendimiento del S&P 500 durante los últimos 40 ó 50 años.
En este artículo analizamos en profundidad qué períodos fueron estos y por qué confiar solo en resultados recientes puede llevarte a graves errores de inversión.
Rendimientos históricos: las acciones frente a la inflación
Al analizar datos desde finales del siglo XVIII, encontramos numerosos periodos prolongados en los que las acciones estadounidenses no generaron ningún retorno real significativo tras descontar la inflación. Algunos ejemplos clave incluyen:
- 1802-1871. Según datos recopilados por investigadores como Jeremy Siegel y Edward McQuarrie, este período de casi 70 años resultó en retornos reales mínimos, con rendimientos anuales promedio de apenas 0,1 % por encima de la inflación.
- 1906-1975. Durante estos 69 años, la rentabilidad ajustada por inflación fue prácticamente nula, aproximadamente del 0,5 % anual, incluyendo dividendos reinvertidos.
- 1966-1982. El mercado accionario experimentó un largo mercado bajista en términos reales, con una caída acumulada superior al 60 % en términos ajustados por inflación, especialmente golpeado por la de los años 70.
Estos ejemplos concretos demuestran que invertir en acciones a largo plazo no siempre protege a los inversores contra la erosión inflacionaria.
Comparativa detallada entre acciones y bonos
La historia también revela que los bonos no siempre han sido inferiores a las acciones en términos de rendimiento. Un análisis profundo muestra múltiples periodos en los que los bonos han superado claramente a las acciones:
- 1929-1949. Periodo de crisis y recuperación donde los bonos ofrecieron rendimientos reales superiores.
- 1966-1981. Durante esta etapa inflacionaria, los bonos ajustados a la inflación lograron retornos positivos, mientras que las acciones sufrieron pérdidas considerables.
- 2000-2010 (la década perdida). Tras la burbuja tecnológica, los bonos volvieron a batir ampliamente a las acciones en términos de rendimiento real.
Probabilidades reales de pérdida frente a la inflación
Los datos históricos también permiten cuantificar las probabilidades de que las acciones no superen la inflación según el periodo de inversión:
Estos datos indican que, aunque la probabilidad disminuye a medida que se alarga el horizonte temporal, la posibilidad real de pérdidas significativas en plazos intermedios persiste.
Rentabilidad relativa: acciones vs. bonos
Además, es importante considerar la frecuencia con la que los bonos han superado a las acciones en diferentes horizontes temporales:
¿Por qué persiste el riesgo a largo plazo?
El principio financiero fundamental de riesgo-retorno explica claramente que cualquier activo con un potencial alto de rentabilidad también implica una volatilidad y riesgo proporcionalmente altos. La existencia constante de periodos prolongados con rentabilidades negativas o nulas es prueba contundente de que el riesgo no desaparece, incluso en inversiones a largo plazo.
Conclusiones prácticas y recomendaciones estratégicas
Las implicaciones prácticas de estos análisis son evidentes:
- Diversificación profunda. Es crucial incorporar múltiples clases de activos (acciones, bonos, inmobiliario, materias primas, activos alternativos) en una cartera, lo que reduce el impacto de periodos negativos en cualquier categoría individual.
- Expectativas basadas en la realidad histórica. Los inversores deben reconocer que no siempre se garantiza rentabilidad positiva con acciones y deben estar preparados para enfrentar periodos largos con resultados decepcionantes.
- Metodología clara de inversión. Adoptar una metodología estratégica, realista y basada en datos es fundamental. Por ello, nosotros promovemos una metodología de inversión multiactivo que prioriza evaluar el valor intrínseco y relativo de cada activo. Este enfoque permite identificar cuándo un activo está barato para maximizar rendimientos ajustados al riesgo.
En resumen, aunque invertir en acciones sigue siendo una estrategia central para construir riqueza a largo plazo, los datos históricos enfatizan claramente la importancia de una diversificación efectiva, expectativas realistas y, sobre todo, la implementación de una metodología sólida y fundamentada para enfrentar los inevitables desafíos del mercado financiero.