General Electric (NYSE:GE) acaba de cerrar un año que los inversores no olvidarán. El fabricante de bombillas, turbinas de potencia y motores de avión perdió más de la mitad de su valor de mercado en 2018 ante las preocupaciones en torno a que la empresa no sobrevivirá.
Para evitar su desaparición, este gigante en su día venerable ha eliminado casi por completo su legendario sólido dividendo, ha reemplazado a su director ejecutivo y ha puesto en marcha un programa masivo de venta de activos.
El repunte superpotente de las primeras seis semanas de este año indica que algunos inversores son algo más optimistas en cuanto a sus previsiones de recuperación.
Las acciones de GE se han disparado más de un 30% este año, repuntando desde 6,66 dólares por acción, su cota más baja desde la crisis financiera de 2008. ¿Es esta subida un indicio de que ha pasado lo peor para la empresa o es soo un falso repunte?
Basándonos en los esfuerzos de cambio de la empresa desde la llegada del nuevo director ejecutivo Larry Culp en octubre, es difícil responder a esta pregunta. No hemos visto ningún bombazo en el último informe de resultados de la empresa, a diferencia del 3T, cuando GE anunció un cargo por deterioro del crédito mercantil de 22.000 millones de dólares en su división energética.
Pero al mismo tiempo, Culp no proporcionó ninguna orientación de cara a 2019, sugiriendo que su esfuerzo de limpiar el desorden de GE sigue siendo una tarea en progreso y todavía está tratando de averiguar qué hace falta para reflotar el barco.
Escasa visibilidad; la unidad energética sigue desangrándose
Uno de los mayores desafíos para Culp es cómo mejorar el flujo de efectivo de GE en un momento en que su buque insignia, la unidad energética, se desmorona. Los resultados del 4T incluyen un déficit mayor de lo esperado en la unidad energética, que registró unas pérdidas operativas de 872 millones de dólares y una quema de efectivo de 2.700 millones de dólares, mientras que GE Capital registró pérdidas de 177 millones de dólares.
Esta falta de visibilidad se ha reflejado en los swaps de incumplimiento de crédito de la empresa. El coste de proteger la deuda de GE frente al impago durante casi cinco años se ha triplicado. Las empresas en esta situación suelen recurrir a una fórmula infalible que a los inversores y agencias de calificación de crédito les encanta: reducir costes, vender activos y reducir la carga de la deuda.
Culp está usando el mismo enfoque, pero en el caso de GE no es fácil conseguir los resultados adecuados. GE tiene unos 43.000 millones de dólares en obligaciones, según Bloomberg, que podrían cubrirse si la empresa vende algunos de sus activos de generación de efectivo, como su unidad de arrendamiento financiero de aeronaves GECAS.
Pero deshacerse de sus preciados activos significa que GE se queda con los activos basura y posibles futuros saneamientos. Steve Tusa, de JPMorgan (NYSE:JPM), el analista más preciso de las acciones de GE, no cree que la empresa esté fuera de peligro, pues el gigante industrial tiene que recaudar 25.000 millones de dólares de capital para sobrevivir.
En conclusión
Como destacábamos en nuestro artículo de noviembre, GE probablemente ha dejado atrás lo peor de su actual crisis y la siguiente etapa mostrará serios esfuerzos de reestructuración bajo una nueva administración, restaurando gradualmente la confianza de los inversores.
Los resultados del 4T indican que este conglomerado aún se enfrenta a grandes obstáculos y que tardará algún tiempo en resolver los complejos problemas de la empresa. Seguimos creyendo que la compra de acciones de GE por debajo de 10 dólares podría ser una buena apuesta novedosa para los audaces pero, al mismo tiempo, debería adoptar una postura a largo plazo y prepararse para un camino lleno de baches.