La economía estadounidense a inicios de año comenzó con fortaleza, trayendo consigo los buenos resultados de la solidez del año anterior respecto al crecimiento del PIB, un bajo índice de desempleo, así como un respetable récord de confianza del consumidor.
Este año parece estar en el camino del crecimiento a pesar de la incertidumbre actual de los mercados. El debate en este momento está en si vamos a tener desaceleración y debemos prepararnos para la recesión o si será una etapa de vuelta al crecimiento.
La economía de Estados Unidos se ha sobre estimulado debido a la reforma fiscal del año pasado, lo que podría haber proporcionado algunas falsas señales y reflejado en la reciente turbulencia en el mercado de valores. Los recortes de impuestos de Donald Trump no han tenido ninguna incidencia estructural para que mejore la economía.
El sector inmobiliario es uno de los que más preocupa. Estamos viendo desaceleraciones importantes y grandes reducciones en la capacidad de los consumidores para comprar casas y si la Fed seguía subiendo los tipos, todavía iba a seguir teniendo un impacto más negativo sobre este sector y la economía en general.
En este contexto, se prevé que la economía americana crecerá un 2,1% en 2019, la tasa de desempleo mejorará y se reduce una décima, hasta el 3,6%. En cuanto al déficit, se prevé que el de 2019 será del 5,1%, esto implica una revisión al alza de la deuda de 2019 de 7.000 millones de dólares (6.234 millones de euros). Además, el plan presupuestario prevé que Estados Unidos registrará un déficit anual por encima del billón de dólares (890.304 millones de euros) desde 2019 hasta 2022. El Ejecutivo de Trump no prevé que el país alcance el equilibrio presupuestario durante los diez próximos años. El tipo de cambio contra Euro estaría en torno a 1,15-1.20 dólares, esperando cerrar el año en 1,18.
El crecimiento continuará apoyándose en la rebaja fiscal, el impulso de la reforma fiscal, un consumo sustentado en un mercado laboral en mínimos de desempleo y unos elevados niveles de optimismo empresarial. Los tres componentes más cíclicos de la economía, bienes de consumo duradero, construcción residencial y bienes de equipo, todavía tendrían recorrido en un contexto de fortaleza de los beneficios empresariales y ausencia de excesos y desequilibrios de importancia.
La inflación es un elemento a tener en cuenta y controlar de cerca, ya que con el nivel de desempleo tan bajo, existe un riesgo de que surjan presiones salariales y se produzca una contracción en los márgenes empresariales.
Este año parece estar en el camino del crecimiento a pesar de la incertidumbre actual de los mercados. El debate en este momento está en si vamos a tener desaceleración y debemos prepararnos para la recesión o si será una etapa de vuelta al crecimiento.
La economía de Estados Unidos se ha sobre estimulado debido a la reforma fiscal del año pasado, lo que podría haber proporcionado algunas falsas señales y reflejado en la reciente turbulencia en el mercado de valores. Los recortes de impuestos de Donald Trump no han tenido ninguna incidencia estructural para que mejore la economía.
El sector inmobiliario es uno de los que más preocupa. Estamos viendo desaceleraciones importantes y grandes reducciones en la capacidad de los consumidores para comprar casas y si la Fed seguía subiendo los tipos, todavía iba a seguir teniendo un impacto más negativo sobre este sector y la economía en general.
En este contexto, se prevé que la economía americana crecerá un 2,1% en 2019, la tasa de desempleo mejorará y se reduce una décima, hasta el 3,6%. En cuanto al déficit, se prevé que el de 2019 será del 5,1%, esto implica una revisión al alza de la deuda de 2019 de 7.000 millones de dólares (6.234 millones de euros). Además, el plan presupuestario prevé que Estados Unidos registrará un déficit anual por encima del billón de dólares (890.304 millones de euros) desde 2019 hasta 2022. El Ejecutivo de Trump no prevé que el país alcance el equilibrio presupuestario durante los diez próximos años. El tipo de cambio contra Euro estaría en torno a 1,15-1.20 dólares, esperando cerrar el año en 1,18.
El crecimiento continuará apoyándose en la rebaja fiscal, el impulso de la reforma fiscal, un consumo sustentado en un mercado laboral en mínimos de desempleo y unos elevados niveles de optimismo empresarial. Los tres componentes más cíclicos de la economía, bienes de consumo duradero, construcción residencial y bienes de equipo, todavía tendrían recorrido en un contexto de fortaleza de los beneficios empresariales y ausencia de excesos y desequilibrios de importancia.
La inflación es un elemento a tener en cuenta y controlar de cerca, ya que con el nivel de desempleo tan bajo, existe un riesgo de que surjan presiones salariales y se produzca una contracción en los márgenes empresariales.