El señor Donald Trump se divierte con sus máquinas lanzando Twitter como bombas. Se divierte como un niño travieso metiéndose en todos los charcos con los zapatos nuevos y poniendo cara de bueno cuando su mamá le reprende. Desde su Twitter, Trump atacó a Corea del Norte, China, Rusia, México, Amazon (NASDAQ:AMZN) y a todo lo que se mueve. Trump, que siempre ha resaltado el repunte de Wall Street tras su victoria en las elecciones de 2016, se ha convertido ahora en el peor enemigo de la primera bolsa del mundo.
Tanto, que ha propiciado serias correcciones intradía con un verborrea fácil y descontrolada. Muy pronto, como sucede con estos fenómenos de masa imponderables, el gentío dejará de hacerle caso. En términos de Bolsa y de dinero, si el Señor Trump la lía parda, inicia, como dicen algunos apocalípticos, la III Guerra Mundial, lo mismo da tener ahorrado o invertido ocho que ochenta, porque al final no valdrá nada. Por eso, los rugidos de Trump se convierten en una buena opción de compra cuando provocan sacudidas en las bolsas.
La primera vez que escuché en bolsa una frase histórica como Comprar con el ruido de los tambores y vender al son de los violines, fue a Eduardo Cebollero (q.e.p.d.) hace más de cuarenta años en el viejo parqué de la Bolsa de Madrid. Años de penurias, esfuerzos, dificultades, depresión económica en España, aún muy lastrada por la Crisis del petróleo, y con una Bolsa plana aburrida, sin negocio, hasta que el PSOE, el de Felipe González, consiguió mayoría absoluta.
Eduardo Cebollero, uno de los mejores analistas de la época ya hablaba de cash flow y de generación de caja. Estaba a la última en los grandes y profundos movimientos que se se produjeron en el tejido empresarial español, con la reordenación de los Altos Hornos (que cotizaba en Bolsa), las papeleras, las eléctricas y la banca de inversión. En todos estos procesos, iguales que sismos en aquella época, repetía Comprar con el ruido de los tambores y vender al son de los violines.
Cuando todos se miran desnudos, unos a otros, retruenan los tambores, barritan los elefantes y chirrían las trompetas toca comprar. Siempre pasa igual. Todos los años hay oportunidades y siempre hay que echarle un par al asunto, no hay nada peor que dejarse llevar por el pánico. Bill Gross ya consideró hace unos años que "la era de hacerse rico rápidamente se acabó", tanto para acciones como para bonos. Ha acertado en casi todo: los valores tecnológicos han subido el tropecientos por cien en los últimos años.
¿Qué va a pasar en las bolsas a corto plazo? Conforme pasa el tiempo, y transcurre a una velocidad endiablada, los expertos acotan los focos de riesgo. Sin desconsiderar la evolución de los mercados emergentes, pero otorgándoles menos importancia que la que le conceden los medios, el focus está en los movimientos de la Reserva Federal de Estados Unidos, en las negociaciones para fortalecer una nueva Europa, el agujero de los bancos italianos, en los diversos procesos geopolíticos en medio mundo, en la evolución de las condiciones económicas, fiscales y monetarias...
¿Muchos frentes, verdad? O lo que es lo mismo, siempre hay elementos que dificultan al máximo las estrategias inversoras. Esos ocurre ahora y ha ocurrido siempre. Por eso, Comprar con el ruido de los tambores y vender al son de los violines.