La reunión del 14 de junio del Banco Central Europeo (BCE) será fundamental para tener indicios sobre una mayor limitación del QE y aumentos de las tipos de interés. Los miembros del Consejo han demostrado mucha tranquilidad en relación a la “normalización” a la luz del paisaje rápidamente cambiante.
Una cosa es el crecimiento débil, ilustrado por una amplia caída en el índice flash de gerentes de compras de mayo y otra es la inflación débil. Teniendo en cuenta este periodo de debilidad, nadie se sorprendería ante una pausa en la postura de línea dura del BCE. Dadas las inquietantes preocupaciones económicas, es cada vez mayor el riesgo de que el mensaje anticipado sobre el «tapering» en junio o julio (para poner fin a la flexibilización cuantitativa) pudiera retrasarse.
Mientras tanto, el riesgo político y la euforia están creciendo en Italia, España y Grecia, algo que podría cambiar la opinión del BCE. Un reciente y fuerte aumento de los tipos de interés en las economías periféricas sugiere condiciones financieras más estrictas para las naciones más débiles de la región. Esto podría justificar la demora en la “normalización”; sin embargo, sospechamos que esto no hará sino reforzar el deseo del BCE de elevar los tipos. El banco tiene pocas opciones para gestionar una crisis. Los tipos de interés ya son negativos y la compra de bonos ya está enfrentando problemas de oferta. Sospechamos que los mercados están subestimando el compromiso del BCE hacia la “normalización”.