“El mercado ha comenzado a dar los primeros tirones a las barbas de Italia y amenaza con seguir pelando en un momento en el que se espera que el Banco Central Europeo ponga fin este mismo año a su programa de compra de bonos.
Si las manos fuertes querrán también arrancar pelos del mentón de España está por ver, pero no pasaría nada por ir poniendo nuestras descuidadas barbas a remojar y recordar ahora que la prima de riesgo española se disparó una vez por encima de los 600 puntos, para no abusar luego excesivamente de titulares alarmistas si el dichoso numerito vuelve a los tres dígitos en el corto plazo”.
Cuando escribí estas líneas hace menos de dos semanas, apenas dos viernes atrás, jamás pensé que este texto iba a volver a mí tan pronto. Me parecía un escenario plausible, por eso me atreví a dejarlo por escrito, pero he de reconocer que no me esperaba que el movimiento del mercado fuera a ser tan acentuado.
Ahora, la pertinencia de un análisis así, desempolvando la prima de riesgo y lo que sucedió en un pasado no muy lejano, parece fuera de toda duda, pero en aquel momento el artículo estaba más cerca de la reflexión pasajera que de un análisis de última hora de los que se publican para ayudar a comprender mejor la siempre exigente actualidad.
De hecho, en estos momentos de titulares alarmantes y sangrías en los índices bursátiles del Sur de Europa, el artículo aguanta perfectamente una relectura porque apenas ha pasado el tiempo suficiente para que se haya quedado viejo.
Destaco también un comentario escrito en respuesta a un forero en este mismo artículo que aseguraba que esto de la deuda y la prima de riesgo afectaría a los países de la periferia del euro “con mucha probabilidad”.
Hoy, que parece que todo esto es el “monotema” del mercado, quiero ampliar algunos detalles sobre este comentario, empezando por lo del Banco Central Europeo, ya que el papel clave que ha tenido la autoridad monetaria en los últimos años sobre la prima de riesgo y el mercado de deuda es innegable.
Después de regar la economía con su programa de compra de activos durante años, las cosas parecían propicias para que el conocido como QE no se extendiese al próximo 2019. Sin embargo, los últimos acontecimientos parece que podrían tener un impacto relevante en los planes de la institución y lo que seguro que garantiza es que, por lo menos, el tono del discurso que empleará Mario Draghi tras la reunión del próximo mes de junio será bastante menos ambicioso de los que algunos esperaban.
Tomando como referencia el proceder de los bancos centrales en los últimos años, si la institución quisiera poner fin a la compra de bonos este año, tal y como se barruntaba a principios de curso, junio podría ser una ocasión perfecta para comenzar a dejar entrever este movimiento ya que supondría hacerlo también justo antes que la Reserva Federal de Estados Unidos de un nuevo paso al frente y anuncie una nueva subida de tipos de interés, tal y como descuenta el mercado, según el Barómetro de Tipos de Investing.com.
Los bancos centrales, especialmente los tres o cuatro realmente grandes que mueven al mundo (EE.UU., Europa, Japón y Reino Unido), de un tiempo a esta parte se han convertido en inmensos transatlánticos que necesitas señalar con mucha antelación sus maniobras y comenzar a esbozar sus intenciones de giro o cualquier viraje con mucha antelación para que ningún navío, del tamaño que sea, se vea engullido por su maniobra.
Sin embargo, con la que se está montando a orillas del Mediterráneo, tal vez el BCE se vea obligado a hacer algo que odia con todas sus fuerzas, como es tener que adaptarse a las circunstancias del mercado. Por si acaso, el saliente Vitor Constancio, tan solo tres días antes de entregar el relevo a Luis de Guindos, lanzaba hoy un mensaje nada subliminar a los italianos mentando el fantasma de 2012.
Sobreactuación de los mercados
Otro aspecto de aquel comentario que me gustaría desarrollar un poco más es la sobreactuación de los mercados. No tengo un conocimiento tan exhaustivo de la política italiana como para afirmar categóricamente que el país transalpino no esté al borde de una guerra nuclear con Estados Unidos, tal y como parecen indicar su mercado de valores, el euro o la deuda soberana del país. Uno mira los registros de la bolsa Italia de estos días y los compara con el 3,15% que se contrajo el FTSE 100 cuando las urnas dieron como ganadora la opción del Brexit en el Reino Unido y lo más fácil sería pensar que en realidad ha sido Italia el que ha consumado su divorcio con Bruselas.
Por su parte, el Ibex 35 ha llegado a caer durante la sesión de hoy más de un 3%, por debajo de los 9.450 puntos, arrastrado por Italia y por el hecho de que se haya planteado una moción de censura a Mariano Rajoy, que en el peor/mejor de los casos podría acabar en una convocatoria de elecciones. O yo me estoy perdiendo algo muy evidente o tal vez sí que haya un poco de sobreactuación en el mercado para que los bancos españoles se dejen hoy más de un 5% en el parqué.
Esto me lleva directamente al último aspecto que quería hablar sobre aquellas cuatro líneas que escribí hace dos viernes, lo del “asunto interno que levante suspicacias a nivel internacional”.
Sinceramente, cuando escribí aquello pensaba más en Cataluña o en los presupuestos generales del estado que en la situación en la que ahora se encuentra la política española. Sin embargo, tal vez esta opción no fuera tampoco tan difícil de predecir entonces y, si yo hubiera estado más fino, tal vez hubiera sido capaz de ver lo que tenía a plena vista ante mis ojos.
Esto es lo que escribía entonces por hacerme el graciosillo y no supe ver venir. Cosas de la vida.
“La rentabilidad de los bonos italianos se está disparando con fuerza en las últimas sesiones, castigada por la posible formación de un Gobierno. Sí, efectivamente, por la posibilidad de que finalmente se forme un Gobierno más o menos estable. Podríamos decir que, para los mercados, ahora mismo, la posibilidad de formación de un Gobierno en Italia es el equivalente internacional a la imposibilidad de hacerlo en cualquier otra democracia del mundo occidental. Será por eso que a los españoles nos gusta tanto a Italia”.