"Italia y España a la cabeza de un triste clasificación bursátil: los peores desde hace meses. El negocio ha caído a plomo. Primero fue Turquía, luego los emergentes y ahora arde Italia. Dicen que el país transalpino sucumbirá a la ira de los mercados y que el incendio durará poco, porque las alianzas y sus pactos conducen a ninguna parte. Pero hay más. La caída drástica del negocio de la Bolsa española está promocionada por factores internos. Ni a los inversores nacionales ni a los extranjeros les gusta la incertidumbre de un Gobierno con pocos mimbres y, mucho menos, el lanzamiento continuo de globos sonda en la misma dirección. Impuestos, impuestos y más impuestos. Impuestos a todo lo que se menee en una coyuntura, que comienza a evidenciar síntomas claros de desaceleración. Para esta cantinela no hacen falta ministros ni ministras. Las grandes economías del mundo, que son las que imponen, más pronto que tarde, las reglas de juego han hecho justo lo contrario. Tanto EE.UU. como China han puesto en marcha medidas de bajas masivas de impuestos. En USA hay ya más ofertas de trabajo que trabajadores en paro", me dice Jhon E. analista londinense.
Vuelvo a hablar con uno de mis gurús favoritos, que me repite: "Otras vez las emociones fuertes, la cabeza y el corazón calientes. Otra vez el miedo, espoleado, como siempre, por la profusión de conflictos geopolíticos en medio mundo. Otra vez un carajal. Un carajal es un follón, barullo, quilombo (en la Argentina), jaleo, tumulto… Un carajal es lo que se ha montado, de un corto tiempo a esta parte en varios países, principalmente europeos. Jonathan Swift escribió que 'una persona inteligente debería tener el dinero en su cabeza, no en su corazón'. Me gustó, porque después de cuarenta y tantos años dedicado al seguimiento de los mercados financieros estoy totalmente convencido de que la emoción es destructiva mientras que la disciplina hace triunfadores. Y ahora, precisamente, estamos en ese periodo de disciplina. El mundo crece. Suben los tipos largos y se monta el caos en los bonos".
Carajal por la profusión de movimientos adversos en los bonos de la primera economía del mundo, que vuelven locas a las máquinas. Sí, las máquinas enloquecen, porque, al parecer, no cuentan con programas de medición de esta estampida, estamos perdidos.
Un cacao mental de la mayor parte de los actores en los mercados ante la expectativa de mayores subidas de tipos de las esperadas de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Carajal político en Italia, España, Alemania, Francia, Brasil, Turquía, Argentina.
Y ante este follón monumental, los gestores pierden los nervios, se dejan llevar por las emociones y abandonan lo que nunca deben abandonar: la disciplina. Los inversores en Bolsa y en otros mercados deberían aprender a echar las redes en las aguas turbulentas, a pescar cuando todo el mundo abandona el río. Pero muy pocos lo hacen.
El barullo de los mercados globales, quilombo que dicen los argentinos, ha estado propiciado, así, por la rectificación constante de posiciones, por el cambio de estrategias y por el trasvase de carteras: hoy desde los bonos a la liquidez y mañana, al revés. Ayer desde la Bolsa a la renta fija y antes de ayer, desde la liquidez a las acciones.
El final de este trasiego, de este tumulto, será la acumulación de pérdidas (para los clientes) y el consumo compulsivo de tranquilizantes y antidepresivos ¡Cuándo aprenderán estos bolsistas!