Este artículo se publicó en inglés el día 10 de enero de 2018
La "Previsión energética a corto plazo" recientemente publicada por la Agencia de Información para la Energía (AIE) del Gobierno de Estados Unidos está acaparando los titulares esta semana. La Agencia ha previsto un aumento del crecimiento de la producción petróleo para 2018 y 2019. Concretamente, la AIE prevé que la producción de petróleo en el país será de una media de 10,3 millones de barriles al día en 2018 (un millón más que 2017) y 10,8 millones de barriles diarios en 2019. Esto supone una revisión al alza de las previsiones anteriores.
La AIE espera que la mayoría de este crecimiento venga de las regiones de petróleo de esquisto de la cuenca del Pérmico y Nuevo México. Una cantidad algo menor provendrá del Golfo de México. Estas predicciones de crecimiento alimentan la especulación acerca de que la OPEP podría decidir poner fin a sus reducciones de producción bastante pronto con el fin de sabotear este crecimiento proveniente de Estados Unidos.
Hay razones, no obstante, para ser escéptico en cuanto a las previsiones de crecimiento. Gran parte del escepticismo se explicó durante una discusión que tuve recientemente con el geólogo Art Berman durante un podcast con Ryan Ray de Global Energy Media. Berman es un veterano de la industria en la que lleva 40 años y es muy crítico con la industria de fracturación hidráulica.
Uno de los temas claves que podrían afectar al crecimiento de la fracturación hidráulica de Estados Unidos es el volumen de las reservas de varios yacimientos de petróleo de esquisto. Basándonos en la última información presentada a la SEC por compañías con explotaciones en la cuenca del Pérmico, Eagle Ford y las regiones de Bakken, Berman estima que la cuenca del Pérmico, actualmente la zona de más actividad, sólo puede contener 3.800 millones de barriles de petróleo. En Eagle Ford y la región de Bakken de Dakota del Norte podrían contener unos 5.000 millones de barriles cada uno.
Esto puede parecer mucho, pero comparado con los proyectos recientemente en servicio en otras partes del mundo, es bastante escaso. Por ejemplo, se estima que el proyecto Kashagan de Kazajstán, que acaba de iniciar su producción, contará con unos 35.000 millones de barriles. Se estima que una de las zonas presal de Brasil contará con entre 8.000 y 12.000 millones de barriles de petróleo recuperable.
Berman advierte contra el uso de las tendencias de crecimiento actuales para extrapolar a un futuro lejano en zonas como la cuenca del Pérmico, Eagle Ford y Bakken. Dice que las cifras de reservas son cuestionables y el petróleo recuperable puede ser incluso menos de lo previsto.
El crecimiento depende también de la situación financiera de las empresas que conforman la industria del petróleo de esquisto. Berman advierte a aquellos que estudien la situación que tengan cuidado el famoso “precio de equilibrio". De acuerdo con su evaluación de las principales empresas no involucradas en la producción de petróleo de esquisto, menos de cinco puede permitirse financiar sus operaciones con su flujo de caja proyectado. Esto significa que la mayoría de las empresas siguen necesitando un constante flujo de capital por parte de los inversores para continuar con la producción.
Además, las operaciones con petróleo de esquisto no están obteniendo para su crudo los elevados precios que vemos en las bolsas. Las compañías rara vez venden su petróleo a los precios del WTI que los traders encuentran en el NYMEX. En la región de Bakken, por ejemplo, las empresas tienen que vender su petróleo con un descuento de 5,50 USD o 6,00 USD por barril. Esto se debe a la lejanía de la región y la dificultad para transportar el petróleo de Bakken a las refinerías o centros de exportación. Esto significa que cuando el WTI está en 63 USD por barril, las empresas petroleras del Bakken venden su petróleo a sólo 57 USD por barril, o menos.
Cuando los precios del petróleo descendieron en el año 2015, había un gran revuelo en torno al uso de las nuevas tecnologías entre las empresas de fracturación hidráulica para reducir costes y continuar la producción con menores márgenes. Berman sostiene que la tecnología y otras medidas de reducción de costes de las empresas representaron sólo el 10% de la disminución de los costes de producción. Afirma que cerca del 90% de la disminución de los costes de producción realmente provenían de una depresión general de la industria que provocó que los proveedores, desde suministradores de equipos a empresas de servicios petroleros, redujeran sus precios. Por lo tanto, se eleva el precio del petróleo, así como los costes asociados a la producción, lo que dificulta aún más a estas empresas el equilibrio, por no hablar de los beneficios.
Berman no es el único que está haciendo saltar alarmas sobre la industria del petróleo de esquisto. Algunos de los últimos informes publicados en el Wall Street Journal, FUSE y Forbes han puesto en cuestión la rentabilidad y la tasa de crecimiento potencial para las empresas de petróleo de esquisto. Berman dice que es muy escéptico con la industria de fracturación hidráulica, pero que tampoco es detractor. Más bien, advierte en contra de aceptar al pie de la letra los pronósticos de más y más crecimiento de esta industria.
Nota del autor: Toda la discusión se puede encontrar en el podcast Energy Week, aquí, o en iTunes