Ha sido una semana intensa en cuanto a hechos acontecidos (atentado en Londres, fracaso de la reforma sanitaria de Trump), pero una semana más en los mercados al fin y al cabo, sin sobresaltos, sin euforias, todo muy comedido en su justa medida.
Wall Street es normal que se oxigene un poco (el Nasdaq aparte, ya que marcó nuevos máximos históricos), venía de sobrecompra desde finales de febrero y se imponía la necesidad de una corrección, de un respiro.
El Dax alemán acusó seriamente la fuerte caída del martes, necesito los tres días siguientes solamente para recuperar ese descenso y cerrar ligeramente en positivo. El Eurostoxx algo más fuerte, los descensos del martes fueron recuperados el mismo jueves. El Ibex tuvo un miércoles positivo prácticamente en la misma proporción que el famoso martes.
Este es un sector en el que hay que tener mucho cuidado con las palabras y no conviene apresurarse con demasiada alegría porque luego pasa lo que pasa. Sí, me estoy refiriendo al euro y el dólar, aquello que parecía una cosa muy clara y evidente.
Y es que todo dios pregonaba que veríamos este año la paridad. He de reconocer que tenía su sentido, es más, yo no lo descartaba en absoluto. Pero cuando todo el mundo coincide en algo, malo, muy malo, créanme. En este sector es una máxima que se cumple a rajatabla.
Sí, yo también lo pensaba, pero no con una rotundidad tan expresiva. Siempre suelo curarme en salud e intento ser precavido y pecar por falta en vez de por exceso. Es por ello que nunca me cansaba de decir en la recta final del 2016 que en euro/dólar para este año barajaba un primer objetivo de caída en 1,03 y que me negaba a pensar más allá ni en la paridad hasta que este objetivo fuese alcanzado, que llegado ese momento ya habría ocasión de estudiar el escenario.
Finalmente, cayó a 1,0340 en enero, quedándose a 40 pipos del objetivo indicado, por lo que no se puede dar por alcanzado ni tampoco sacar pecho, sencillamente tampoco ha bajado a 1,0340. De manera que calabazas para todos.
Claro, ahora el escenario se ha complicado mucho más para pretender ver caídas de interés en EUR/USD. Básicamente por una serie de razones:
- Donald Trump no va a tener tan fácil gobernar y sacar adelante las medidas que prometió. Fracaso con el veto migratorio y con la reforma sanitaria. Ahora ya no ven tan claro en USA que pueda sacar con tanta facilidad como presumía la reforma fiscal e incrementar sustancialmente la inversión en infraestructura.
- Aunque soy de la opinión de que el BCE no moverá ficha subiendo tipos de interés antes de marzo del 2018, sí es cierto que cada vez el mensaje de la entidad es más jovial y muchos no descartan que incluso a finales de este año pudiera haber sorpresa. Esta mera posibilidad, que sería favorable para el euro, hace que la divisa comunitaria no pase a debilitarse tanto como cabría pensar.