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Los intereses y los dividendos no son las únicas fuentes de flujos de efectivo

Publicado 02.07.2019, 08:35
Actualizado 29.09.2021, 09:35

Muchos inversores, jubilados o no, saben que pueden recurrir al efectivo que pueden generar sus inversiones: una aspiración perfectamente válida y una buena manera de poner a trabajar el patrimonio. Lo que no resulta tan apropiado, sin embargo, es que muchos inversores asuman que, a tal fin, la cartera debe estar llena de acciones que ofrezcan dividendos elevados o valores de renta fija que devenguen intereses. A pesar de la regularidad de los flujos de efectivo, proceder así también podría arruinarle, si no obra con cautela.

Por supuesto, que los valores de renta fija y renta variable produzcan rentas de manera constante suena genial y, de hecho, es una estrategia que podría servir para una parte de la cartera. Sin embargo, para el conjunto de la misma dudamos que sea tan interesante porque, por segura que parezca, conlleva una serie de riesgos.

Los títulos de renta fija son por lo general menos volátiles que los de renta variable en periodos más cortos, si bien presentan unos riesgos propios que se tienden a pasar por alto. Por ejemplo, el incremento de los tipos de interés a menudo devalúa las inversiones en renta fija. ¿Qué ocurre cuando le vence un bono que compró hace 10 años de un 5% de rendimiento anual y no puede conseguir otro comparable que rinda por encima del 2%? Es el riesgo de reinversión, la posibilidad de no encontrar un activo de sustitución con un perfil de riesgo/rentabilidad similar. Los bonos, asimismo, están sujetos al riesgo de impago porque, a veces, el prestatario no puede reembolsar al prestamista la totalidad de la inversión.

En el caso de las acciones con altos dividendos, hay al menos dos riesgos que deben considerarse. Uno es la incertidumbre de que el capital siga generando dividendos al mismo ritmo. Las empresas pueden recortar la remuneración a los accionistas cuando llegan las vacas flacas. Además, un riesgo algo más sutil es el que se deriva de que las acciones que generan dividendos elevados tienden a concentrarse en unas pocas áreas del mercado, en sectores como el inmobiliario, servicios públicos, consumo básico, servicios de comunicación en algunos casos, etc. Si decide invertir únicamente pensando en los dividendos, es posible que su cartera esté muy poco diversificada y presente un riesgo mayor del que le gustaría.

La cuestión clave es que centrarse demasiado en los intereses y dividendos para satisfacer las necesidades de flujos de efectivo puede limitar la revalorización del capital, algo que probablemente necesitará a largo plazo.

Dividendos caseros

Los dividendos caseros, es decir, la venta selectiva de acciones para obtener efectivo, puede ser una forma más atractiva de generar rentas a partir de la cartera. Una ventaja fundamental es que, si gestiona al detalle la renta variable de manera que le permita reembolsar efectivo periódicamente, podrá aprovechar mejor el crecimiento potencial a largo plazo de esta clase de activo, amén de las implicaciones fiscales. Antes de explorar esta posibilidad, analicemos dos confusiones habituales.

En primer lugar, algunos inversores creen erróneamente que los intereses y los dividendos son las mejores –y quizás incluso las únicas– fuentes de ingresos de la cartera. Esto puede deberse a que a menudo se tratan como ingresos en la declaración de la renta, si bien la venta de acciones se trata a menudo como una ganancia o pérdida patrimonial. Sin embargo, es conveniente, como inversor y como contribuyente, mantener la mente abierta respecto a la procedencia de los flujos de efectivo, incluso si la fuente de los mismos no se clasifica como un ingreso en la declaración de IRPF. Cuando paga la hipoteca y las facturas, nadie le pregunta si el dinero procede de un dividendo, un cupón o de la venta de acciones, conque a usted tampoco debería preocuparle.

En segundo lugar, hay inversores, sobre todo jubilados, reacios a desprenderse de cualquier activo para generar liquidez. Un temor habitual es que, vendiendo acciones y retirando importes, se reducirá el tamaño de la cartera –¡cierto!– y se adelantará el supuesto agotamiento del capital –¡no necesariamente cierto!–. Por supuesto, habrá de identificar un nivel de retiradas sostenible para que las inversiones sigan trabajando durante el tiempo que necesite. Si, por ejemplo, su cartera cae un 20% y reembolsa el 10%, requerirá una revalorización del 39% únicamente para volver al punto de partida.

No obstante, del riesgo al que se enfrenta por estar demasiado concentrado en renta fija o acciones con dividendos no se habla tanto. Por más ingresos regulares que genere, la rentabilidad total de la cartera podría ser menor si estuviera dedicada principalmente a valores de renta variable. Ello puede repercutir en la incapacidad para crecer por encima de la inflacióni.

Orientarse hacia los dividendos caseros le permite seguir invirtiendo en renta variable, la clase de activos con la mejor tasa de rentabilidad media anualizada. Si, además, necesita que su cartera crezca, las acciones pueden ser atractivas o, directamente, indispensables. Si bien es cierto que la renta fija es menos volátil a corto plazo, en plazos más largos, como 30 años, la renta variable presenta de hecho una volatilidad menor que la renta fija –según la desviación típica, medida habitual de esta variable–, así como una mayor rentabilidadii.

Recurrir a los dividendos caseros para generar flujos de efectivo puede ser una estrategia flexible e inteligente en el plano fiscal. Las acciones son por lo general más fáciles de comprar y vender que los títulos de renta fija, por lo que puede ajustar la cartera a sus exigencias. Si necesita realizar reintegros habitualmente, es una buena idea mantener en todo momento inversiones en efectivo equivalentes a lo que requerirá durante varios meses. De esta manera, no se verá obligado a vender acciones continuamente, permitiéndose ser más táctico y selectivo a la hora de decidir qué y cuándo vende. Desde el punto de vista de los impuestos, los dividendos caseros también pueden reportar ventajas. El impuesto sobre las ganancias patrimoniales podría ser inferior, según el país, al de los cupones o dividendos. Además, si se desprende de un valor sufriendo pérdidas, puede utilizarlas para compensar las ganancias de capital ya reconocidas. Todas estas consideraciones convertirían a la venta selectiva de acciones en una estrategia eficiente fiscalmente, al tiempo que le ofrecería más posibilidades de crecimiento de la cartera.

A la hora de generar ingresos a partir de la cartera de inversiones, merece la pena ir más allá de los dividendos e intereses, especialmente si tiene un horizonte temporal de inversión largo y espera que la cartera se revalorice. Estos pagos podrían limitar innecesariamente sus opciones de inversión, conque debe considerar los dividendos caseros o, lo que es lo mismo, la venta selectiva de acciones para generar flujos de efectivo. Así podrá gestionar su cartera de forma flexible invirtiendo en aquellas acciones que considere más rentables, no solo en las que repartan dividendos.

Fisher Investments Europe Limited, Sucursal en España, que opera con el nombre de Fisher Investments España, está registrada en el Registro Mercantil de Madrid (Volumen 32.633, Libro 215, Sección 8, Página M-587415, 1ª Entrada) y en los registros oficiales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (Nº 80). Fisher Investments Europe Limited está autorizada y regulada por la Financial Conduct Authority (FCA) (Autoridad de Conducta Financiera) del Reino Unido (nº de la FCA 191609), y está inscrita en Inglaterra (con el nº de sociedad 3850593). Fisher Investments Europe Limited tiene su domicilio social en: 2nd Floor, 6-10 Whitfield Street, Londres, W1T 2RE, Reino Unido.

Fisher Investments Europe Limited externaliza servicios de gestión de carteras a Fisher Asset Management, LLC, su empresa matriz, que opera con el nombre Fisher Investments y tiene su sede en Estados Unidos. Está registrada ante la Comisión de Valores y Bolsa de EE.UU. (SEC) y actúa en calidad de subcontratista con arreglo a un acuerdo de externalización. Invertir en los mercados de valores implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o cualquier capital invertido sea reembolsado. Los rendimientos pasados no garantizan ni indican de manera fiable rendimientos futuros. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de las mismas están sometidos a la fluctuación de los mercados bursátiles mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

i La rentabilidad total se refiere a la revalorización del capital y a las rentas como los intereses y dividendos.

ii Global Financial Data, Inc. (GFD), a 31/7/2018. Tasa de rentabilidad media del 1/1/1950 al 31/12/2017. La rentabilidad de la renta variable se basa en el índice World Return de GFD convertido a euros que, en el caso de los valores anteriores a 1970, se trata de estimaciones (no son datos oficiales) de la rentabilidad total. Al objeto de calcular dicho valor hasta 1969, GFD recurre a ponderaciones específicas y, desde 1970, a los datos diarios oficiales. La rentabilidad de la renta fija se basa en el índice Global Total Return Government Bond de GFD convertido a euros. La desviación típica sirve para medir la dispersión de un conjunto de datos respecto a la media y se emplea como una medida del riesgo. A mayor variabilidad de la rentabilidad de un producto, mayor desviación típica. Por tanto, generalmente se prefiere un valor menor de este parámetro.

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