"Ha vuelto el seguidismo, esa actitud de quien sigue o acata directrices o comportamientos ajenos. La política que seguimos la mayor parte de los analistas y medios, que prestan atención al mercado de valores, es la de coincidir al máximo en las posiciones. Hay unas normas no escritas que siguen la mayoría. La principal es seguirse unos a otros y perdonen el juego de palabras. El analista que decide mear fuera del tiesto es lapidado o fusilado al amanecer. Seguidismo y efecto manada que se citan todos los días en la Bolsa o, también, en la deuda soberana. Lo que estamos viendo en los últimos días con el sector bancario, con determinados valores de capitalización media, con las televisiones o con los valores siderúgicos es el paradigma del corta pega más impresionante de todos los tiempos. Un fenómeno que coincide con movimientos a la inversa: subir precios objetivo cuando ven que los precios de determinados títulos están por encima de sus proyecciones previas. Siento vergüenza ajena".
"Cuando un valor o un activo está de moda, la mayor parte de los participantes en el mercado y de los analistas, que dicen analizar los movimientos y sucesos, se suben a ese carro sin mirar. Quieren estar en ese carro y punto. Lo mismo sucede cuando un valor o activo financiero está de capa caída, como ya lo vimos con el disparate de la Deuda Soberana y una prima de riesgo, la española, en la frontera de los 700 puntos básicos cuando ahora está en el entorno de los 100 puntos básicos".
"Este asunto no es nuevo. En pleno auge de los valores tecnológicos de Wall Street, allá por el año 2000, un analista en la nómina de una importante gestora tuvo la osadía y atrevimiento de pronosticar el hundimiento del Nasdaq y de denunciar, en un informe, que fue retirado rápidamente de la circulación, que todos los valores estaban artificialmente inflados. El analista fue despedido. Meses después, estalló el Nasdaq, pero ese analista no fue readmitido".
"En el caso de la Bolsa española, abundan los ejemplos. Los bajistas quieren más sangre y buscan recomendaciones negativas, que afectan a casi todos los sectores. El mercado, no obstante, no da su brazo a torcer, por el momento. Sólo hay que esperar a el mercado sea eficiente, que lo será. O quizá no, ¡vaya usted a saber!".
(De la conversación mantenida con un analista que pide no citar su nombre)