El dato de empleo en Estados Unidos publicado el viernes arrojo un resultado peor de lo esperado (se crearon 164.000 empleos frente a los 193.000 esperados) y los inversores lo recibieron con optimismo. El desencadenante de la volatilidad que hemos vivido desde el principio de febrero fue precisamente el dato de una subida de los salarios superior a lo previsto. Esto llevó a pensar en una escalada de la inflación y una actuación más dura de la Reserva Federal (Fed) en su política de subidas de tipos, lo que afecto a los bonos y a las expectativas de las bolsas.
Sin embargo, el dato del viernes junto con el de una subida menor de lo esperado en salarios, un 2,6% en el año, ha vuelto a sentar las bases de una ralentización de la inflación y mayor calma en la implementación de las políticas de subida de tipos por parte de la Fed.
Gracias a esto, los mercados de renta variable internacional repuntaron a final de la semana lo que ayudó a que las bolsas europeas terminaran una semana en positivo con el Euro Stoxx 50 en un +0.90% y el Ibex superando los 10.100 puntos, que le permitió apuntarse una subida semanal del 1,80%. Al otro lado del charco, aunque la semana no se cerró en verde, se enjuagaron parte de las perdidas semanales y las bolsas estadounidenses cayeron solo un 0,20% en la semana.
El otro protagonista de la semana fue el dólar estadounidense, que marcó máximos anuales este viernes. En su paridad con el euro, la moneda comunitaria se sitúa por debajo de 1,20 debido a la ralentización del crecimiento en Europa que ha llevado al Banco Central Europeo (BCE) a transmitir el mensaje de mayor calma en la normalización monetaria, mientras en Estados Unidos la tendencia es pensar que se acelerarán las subidas de tipos.
Todo esto está llevando a un mejor comportamiento de los mercados europeos frente a los estadounidenses y empezamos a ver cierta descorrelación lógica dado el momento de ciclo en que se encuentran ambas economías. La ralentización en Europa no es preocupante dado que los resultados empresariales siguen al alza y las economías siguen creciendo razonablemente. Si a esto añadimos una divisa más competitiva tenemos delante una perspectiva muy positiva para la renta variable europea, que además puede verse sostenida por la estabilidad en la deuda ante un BCE más pausado.
La semana entrante seguiremos atentos a las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Si bien la actitud de los negociadores de la pasada semana dejó claro que a ninguno le interesa desatar una guerra comercial, es previsible algún tipo de acuerdo, aunque las negociaciones sean difíciles y se alarguen en el tiempo. Este elemento tensionador de los mercados pierde fuerza por el momento.
También esta semana vendrá marcada por los datos de inflación en Estados Unidos que se publica el jueves y que representa en estos momentos el barómetro de las subidas de tipos que acometerá la Fed este año y que sabemos afecta tanto al sentimiento de mercado estadounidense. La previsiones apuntan a una inflación del 2,5% interanual, cualquier dato ligeramente inferior será positivo para las valoraciones de los activos de renta variable.