Seguí escuchando esto en la última década:
2012 - Acciones altas.
2013 - Acciones demasiado altas.
2014 - Acciones demasiado altas.
2015 - Las acciones están demasiado altas.
2016 - Las acciones están demasiado altas.
2017 - Las acciones están demasiado altas.
2018 - Las acciones están demasiado altas.
2019 - Las acciones están demasiado altas.
2020 - Las acciones están demasiado altas. Seguí invirtiendo.
2021 - Las acciones están demasiado altas...
La gente seguía diciéndome que las acciones están demasiado altas en: 2007, 2008, 2009, 2010, 2011. Sigo escuchando que las acciones están demasiado altas desde al menos 2007-2008. Entonces, en otras palabras:
1954 - Las acciones están demasiado altas.
1955 - Las acciones están demasiado altas.
1956-2011: existencias demasiado altas, vía Dividend Growth Investor@DividendGrowth
La política de comunicación de los bancos centrales es clave en estos momentos, precisamente tratando de mitigar los riesgos que puedan surgir a corto plazo en la estabilidad financiera por la inevitable normalización monetaria. Pero, por otro lado, sabiendo que a medio y largo plazo la estabilidad financiera pasa precisamente por combatir los riesgos de una política monetaria demasiado expansiva durante un tiempo excesivo.
Lo dijo a finales de agosto pasado, Sabine Lautenschlager: “A medida que pasa el tiempo los efectos positivos de una política monetaria expansiva son menores y los riesgos aumentan…es relevante tomar la decisión en el momento apropiado”.
"Pero, ¿cómo saber cuál es el momento apropiado? Los mercados, al menos por ahora, se muestran confusos, con movimientos tácticos alocados y peligrosos, con rotaciones dramáticas entre activos, principalmente de bonos a acciones, y al revés. Y, lo que es peor, con proyecciones cercanas al fin del mundo. Una guerra a brazo partido entre alcistas (el ciclo positivo sigue vivo) y bajistas (el colapso aún es posible). Pero lo dicho al principio: los bancos centrales están encima de los Mercados y con el dedo encima del botón del teléfono rojo. Por eso, el colapso puede esperar", me dice Antony J. analista de un banco anglosajón.