El ser humano, con sus virtudes y sus defectos, no dejará nunca de sorprender a propios y extraños. Hasta hace no mucho tiempo, los inversores, la psicología de masas que mueven los mercados financieros, reaccionaban con especial virulencia ante hechos o realidades mucho más tenues que las actuales.
Y es que la piel del inversor se ha visto obligada, por imperiosa necesidad, a curtirse ante las adversidades que se iban avecinando en un devenir de hechos negativos, en una vorágine para la cual la psicología no estaba preparada.
De un tiempo a esta parte, sucesos graves y delicados, tales como importantes atentados terroristas, el abandono de Reino Unido de la UE, la alargada sombra de los partidos populistas en media Europa, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, etc, etc, han dejado de ser una preocupación latente entre los inversores, o al menos no ha quedado lo suficientemente reflejada en los movimientos de las Bolsas.
Pero hoy quiero centrarme en la figura de Donald Trump, ese personaje que no tiene absolutamente nada de tonto, aunque sí denota claros síntomas de arrogancia, egocentrismo, machismo, prepotencia y mala educación.
Partimos de la base de que las medidas políticas adoptadas por Donald Trump podrían dañar el crecimiento económico mundial. Todo el tema del proteccionismo económico supone acabar con el proceso de liberalización del comercio y originaría reacciones en otros países, afectando finalmente al crecimiento mundial. Si a ello le sumamos otras cuestiones (pretende que Rusia sea un fiel aliado, el muro con México, las amenazas a Irán, etc) no es difícil llegar a la conclusión de que precisamente tranquilidad y sosiego no transmite su mandado, al menos por el momento.
Cabe entonces preguntarse por qué las Bolsas estadounidenses, lejos de hundirse, están en pleno auge de euforia con Donald Trump. La realidad es que a día de hoy, mañana ya veremos, los mercados creen que este señor podría reactivar la economía del país con la oferta de incremento del gasto fiscal y la reducción de impuestos, sobre todo para las empresas, incentivando de esta manera la inversión.
Así de sencillo. El tiempo dará o quitará razones, pero esto es lo que hay por ahora. Así pues, mientras la psicología de masas continúe tranquila, toca seguir mirando los mercados al alza, aún no ha llegado el momento de las ventas.