Después de un tiempo en el mundo de la inversión y la especulación financiera, muchos nos empezamos a dar cuenta de que las cosas son más complejas de lo que a simple vista parecen. En ocasiones vemos como nuestros benéficos operando no terminan de consolidarse y terminan por esfumarse sin saber muy bien cómo ni por qué. Es decir lo que tanto esfuerzo y paciencia nos cuesta ganar con nuestra operativa, se va diluyendo poco a poco (en el mejor de los casos) hasta que irremediablemente terminamos por perderlo. Es algo parecido a cuando intentamos beber agua usando las palmas de nuestras manos, el agua se filtra a través de nuestros dedos y a penas conseguimos beber.
Como muchos ya hemos descubierto, en este mundo especulativo nos guste o no, debemos convivir con los beneficios y con las perdidas, es algo que antes o después terminamos por aprender. El quid de la cuestión es ganar más de lo que se pierde, así de simple, no hay más trucos, técnicas secretas o misterios ocultos.
Es en este punto donde entra en juego algo de gran importancia en la gestión financiera, la aversión a la perdida.
¿Qué es la aversión a la pérdida?
Según el premio Nobel en economía (2002) Daniel Kahneman, a los seres humanos la sensación de perder algo, algo como pueda ser perder dinero, es el doble de intensa frente a la sensación de ganar algo, algo como ganar dinero. En otras palabras mentalmente nos duele el doble perder de lo que nos reconforta ganar. Esto significa que preferimos ganar poco arriesgando poco o nada a la posibilidad de ganar mucho con un riesgo mayor, es decir las personas preferimos NO perder a la posibilidad de ganar.
Hasta ahora en lo que se refiere a la gestión del riesgo y del capital, no hay un gran problema con este comportamiento ya que la prudencia siempre es buena a la hora de invertir o especular, de hecho ya lo dice Warren Buffett con sus reglas de oro para la inversión; “Regla número 1: nunca pierdas dinero. Regla número 2: nunca olvides la regla número 1.”
No obstante el problema viene cuando los seres humanos nos enfrentamos a la posibilidad de perder algo o cuando ya lo hemos perdido. Es en este punto cuando nuestro comportamiento cambia y preferimos asumir mayor riesgo para tratar de no perder o recuperar lo perdido.
¿En que se traduce todo lo comentado anteriormente?
En que preferimos no arriesgar para ganar, pero sí arriesgamos para no perder o recuperar lo perdido. Y es aquí donde viene el problema, si la aversión a la perdida y el miedo nos impiden dejar correr los beneficios en nuestras operaciones ganadoras, y por contra no cortamos rápidamente las perdidas y asumimos mayor riesgo tratando de recuperar las operaciones perdedoras, el balance final y después un tiempo sin duda será negativo.
En la siguiente imagen podemos observar la aversión a la perdida en mi sistema multicapa de alto rendimiento de trading S.M.A.R.T., algo que mis inversores me suelen consultar habitualmente y de lo cual hablo periódicamente en mi página web.
Como se puede observar en la imagen, las barras verdes son el recorrido de las operaciones ganadoras y las barras rojas son el recorrido de las operaciones perdedoras. La pequeña línea horizontal que tienen todas las barras, es el punto donde se cerró finalmente la operación.
En resumen si queremos que nuestras inversiones crezcan de forma sostenida y consistentemente, deberemos aprender muy bien a controlar nuestra aversión a la perdida, cortando rápidamente las perdidas y dejando correr los beneficios, ambos aspectos necesarios y dependientes el uno del otro.