Emilio Crespo
Lisboa, 16 jun (EFE).- La izquierda y los sindicatos lusos temen un endurecimiento de las políticas de austeridad en Portugal y quieren convertir la huelga general del día 27 y la que realizan este lunes los maestros en una advertencia al Gobierno conservador.
En sus dos años en el poder, el primer ministro Pedro Passos Coelho ha hecho frente a tres huelgas generales y a manifestaciones y paros sectoriales casi todas las semanas.
Pero sus detractores se muestran ahora decididos a luchar con uñas y dientes contra el plan de reformas, avalado por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para reducir aún más, y de forma permanente, los gastos del Estado luso en 4.700 millones de euros.
Aunque el Gobierno ha negado que vaya a endurecer sus medidas o adelantar a 2014 la aplicación de recortes previstos en 2015, un informe del FMI divulgado esta semana fue considerado una prueba, por toda la oposición, de que Passos Coelho quiere ir de nuevo "más allá" de lo pactado en el rescate financiero luso.
La pugna de la coalición conservadora que gobierna Portugal con la izquierda y los sindicatos se produce en medio de una crisis económica que no remite, con tres años consecutivos de recesión, una caída del PIB que será en 2013 de al menos el 2,3 % y un desempleo que sigue en aumento y sobrepasa el 18 %.
El horizonte político se empieza, además, a complicar por la cercanía de las primeras elecciones, las municipales del próximo 29 de septiembre, tras la victoria de los conservadores en las generales que siguieron, hace dos años, a la petición del rescate.
Los comicios municipales fueron convocados esta semana cuando las encuestas de opinión predicen una holgada victoria del Partido Socialista (PS).
La principal fuerza de oposición pidió y negoció el rescate antes de perder el poder y exige ahora su renegociación y el fin de las medidas de austeridad de Passos Coelho, con el argumento de que fueron más duras de lo pactado y forman parte de su estrategia "neoliberal" para acabar con los costes del Estado social.
Los sindicatos y las dos organizaciones marxistas que completan el arco parlamentario luso y ascienden también en los sondeos con la pérdida de popularidad de los conservadores, han tomado las banderas de las manifestaciones y huelgas en el Portugal de la crisis y los continuos sacrificios del rescate.
Los profesores, que suponen más de una tercera parte del medio millón de empleados públicos de este país de 10,5 millones de habitantes, se manifestaron el sábado contra el Ejecutivo y le desafían este lunes con una controvertida huelga que coincide con el principal examen nacional de los estudiantes de secundaria.
Los líderes de la mayor central sindical lusa, la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista) llamaron hoy a que ese paro, rechazado por el Gobierno, sea masivo y prepare la huelga general del día 27.
Las dos protestas cuentan con el respaldo del otro gran sindicato portugués la Unión General de Trabajadores (UGT, socialista) y las dos centrales han pedido a sus alrededor de 1,2 millones de afiliados que den un aviso contundente al Ejecutivo con esa huelga.
Pero pese al aumento de la conflictividad social y la cercanía de su primera prueba electoral, el primer ministro no se muestra dispuesto a suavizar las políticas de austeridad, que considera indispensables para sanear la economía y volver a los mercados financieros a finales de este año.
Passos Coelho asegura que le preocupa más la recuperación del país que los resultados de las elecciones, aunque en su partido, el Social Demócrata (PSD, centroderecha) los problemas sociales y la falta de crecimiento y empleo no dejan de levantar voces de alerta.
La última ha sido esta semana, una vez más, la del jefe del Estado, Anibal Cavaco Silva, la figura más influyente del PSD, que tanto en Portugal como en una visita a las instituciones europeas, puso el acento en la necesidad de "consenso" nacional en su país y de más acciones europeas contra la crisis de la deuda. EFE
Lisboa, 16 jun (EFE).- La izquierda y los sindicatos lusos temen un endurecimiento de las políticas de austeridad en Portugal y quieren convertir la huelga general del día 27 y la que realizan este lunes los maestros en una advertencia al Gobierno conservador.
En sus dos años en el poder, el primer ministro Pedro Passos Coelho ha hecho frente a tres huelgas generales y a manifestaciones y paros sectoriales casi todas las semanas.
Pero sus detractores se muestran ahora decididos a luchar con uñas y dientes contra el plan de reformas, avalado por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para reducir aún más, y de forma permanente, los gastos del Estado luso en 4.700 millones de euros.
Aunque el Gobierno ha negado que vaya a endurecer sus medidas o adelantar a 2014 la aplicación de recortes previstos en 2015, un informe del FMI divulgado esta semana fue considerado una prueba, por toda la oposición, de que Passos Coelho quiere ir de nuevo "más allá" de lo pactado en el rescate financiero luso.
La pugna de la coalición conservadora que gobierna Portugal con la izquierda y los sindicatos se produce en medio de una crisis económica que no remite, con tres años consecutivos de recesión, una caída del PIB que será en 2013 de al menos el 2,3 % y un desempleo que sigue en aumento y sobrepasa el 18 %.
El horizonte político se empieza, además, a complicar por la cercanía de las primeras elecciones, las municipales del próximo 29 de septiembre, tras la victoria de los conservadores en las generales que siguieron, hace dos años, a la petición del rescate.
Los comicios municipales fueron convocados esta semana cuando las encuestas de opinión predicen una holgada victoria del Partido Socialista (PS).
La principal fuerza de oposición pidió y negoció el rescate antes de perder el poder y exige ahora su renegociación y el fin de las medidas de austeridad de Passos Coelho, con el argumento de que fueron más duras de lo pactado y forman parte de su estrategia "neoliberal" para acabar con los costes del Estado social.
Los sindicatos y las dos organizaciones marxistas que completan el arco parlamentario luso y ascienden también en los sondeos con la pérdida de popularidad de los conservadores, han tomado las banderas de las manifestaciones y huelgas en el Portugal de la crisis y los continuos sacrificios del rescate.
Los profesores, que suponen más de una tercera parte del medio millón de empleados públicos de este país de 10,5 millones de habitantes, se manifestaron el sábado contra el Ejecutivo y le desafían este lunes con una controvertida huelga que coincide con el principal examen nacional de los estudiantes de secundaria.
Los líderes de la mayor central sindical lusa, la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista) llamaron hoy a que ese paro, rechazado por el Gobierno, sea masivo y prepare la huelga general del día 27.
Las dos protestas cuentan con el respaldo del otro gran sindicato portugués la Unión General de Trabajadores (UGT, socialista) y las dos centrales han pedido a sus alrededor de 1,2 millones de afiliados que den un aviso contundente al Ejecutivo con esa huelga.
Pero pese al aumento de la conflictividad social y la cercanía de su primera prueba electoral, el primer ministro no se muestra dispuesto a suavizar las políticas de austeridad, que considera indispensables para sanear la economía y volver a los mercados financieros a finales de este año.
Passos Coelho asegura que le preocupa más la recuperación del país que los resultados de las elecciones, aunque en su partido, el Social Demócrata (PSD, centroderecha) los problemas sociales y la falta de crecimiento y empleo no dejan de levantar voces de alerta.
La última ha sido esta semana, una vez más, la del jefe del Estado, Anibal Cavaco Silva, la figura más influyente del PSD, que tanto en Portugal como en una visita a las instituciones europeas, puso el acento en la necesidad de "consenso" nacional en su país y de más acciones europeas contra la crisis de la deuda. EFE