Ana Cárdenes
Jerusalén, 14 jun (EFE).- Con una trayectoria impecable y un amplio reconocimiento internacional, Stanley Fischer se perfilaba como un muy serio contrincante a la francesa Lagarde para dirigir el FMI, aunque su edad y nacionalidad (estadounidense e israelí), lastraban su candidatura.
Una candidatura que fue desechada ayer por el FMI por haber sido presentada fuera de plazo.
Expertos económicos del todo el mundo aseguran que el actual gobernador del Banco de Israel era el candidato perfecto para el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), vacante desde la dimisión del francés Dominique Strauss-Kahn por un escándalo sexual, pero pocos creen que podría haberse hecho con el puesto, porque aquí no votan economistas, sino gobiernos.
Su currículum es impresionante, su conocimiento de la institución difícil de igualar, y su experiencia económica supera con creces a la de la ministra francesa de Finanzas, un cúmulo de éxitos que no necesariamente habría tenido el peso necesario en una elección puramente política.
Nacido en la actual Zambia en 1943, Fischer estudió en la prestigiosa London School of Economics y presentó su doctorado en el Massachusetts Institute of Technology, donde fue profesor entre 1977 y 1988.
Es autor, coautor o editor de quince libros, entre ellos el destacado manual "Macroeconomía" que firmó con Rudiger Dornbusch, y de más de un centenar de artículos académicos.
A finales de los ochenta trabajó dos años como economista jefe en el Banco Mundial, cargo que abandonó para convertirse en el primer vicedirector gerente del FMI, cargo que ocupó desde 1994 hasta 2001.
También cuenta con experiencia en el sector privado, como vicepresidente y presidente internacional de Citigroup desde 2002 hasta que fue llamado a encabezar el banco emisor israelí en 2005.
Hasta entonces tenía solo la nacionalidad estadounidense, pero horas antes de ser nombrado obtuvo la israelí, a la que tiene derecho por ser judío.
Inteligente, discreto, con una mente analítica, capacidad de comunicar y de formar y dirigir equipos, su integridad profesional nunca ha sido puesta en duda durante su larga trayectoria.
En los últimos años, ha sido aplaudido por su gestión de la economía israelí durante la crisis financiera internacional, que el país ha sorteado sin grandes consecuencias, como muestra el que fuera el primer estado del mundo desarrollado que volvió a subir los tipos de interés.
En 2010 fue elegido Mejor gobernador del año de un banco central por la prestigiosa revista Euromoney y, más recientemente, una encuesta realizada entre economistas por la agencia británica Reuters le señalaba como el mejor candidato para capitanear el FMI.
Israel renovó el pasado año su mandato al frente del banco emisor por otro lustro más.
Su experiencia en el Fondo, que le hace conocedor de todos los mecanismos internos y su funcionamiento, podría también actuar en su contra, puesto que le presenta bajo una luz de continuismo en un momento en que la economía mundial busca nuevas soluciones.
Fischer ya trató sin éxito de optar al puesto en el año 2000.
Pero los obstáculos fundamentales ahora eran su nacionalidad y su edad (67 años).
Su elección habría obligado a cambiar la norma interna de la institución que limita la edad para el puesto a los 65 años y exige abandonarlo a los 70.
El pacto no escrito que reserva la dirección del FMI para los europeos desde su creación en 1945 era también un gran lastre para su candidatura, máxime cuando él mismo se benefició de este pacto en el pasado, ya que el acuerdo reserva el puesto de segundo en la institución para un estadounidense.
Además, el hecho de que cuente con pasaporte israelí y haya residido en el país los últimos seis años le podría haber supuesto el rechazo del mundo árabe e islámico.
Cuatro países de ese entorno (Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Bahrain e Indonesia) ya han hecho pública su intención de apoyar a la ministra francesa.
Sorprendentemente, ha sido precisamente un palestino (el primer ministro Salam Fayad) quien hace unos días ha dicho que, si la Autoridad Nacional Palestina tuviera voto, apoyaría al israelí-estadounidense, con el que trabajó en el FMI.
Su actuación en la institución durante la crisis asiática también podía haberle retirado los apoyos en ese continente, a muchos de cuyos países el FMI impuso duras medidas aperturistas a finales de los noventa a cambio de ayuda para hacer frente a sus problemas.
Su experiencia en el sector privado es un activo importante, pero también podría haber arrojado una sombra de dudas porque precisamente Citigroup fue duramente criticado por su implicación en la crisis de las "subprime", origen de la crisis financiera mundial que aún lastra a gran parte de las economías occidentales.
Incluso el ministro de Finanzas israelí, Yuval Steinitz, había mostrado su poca fe en sus posibilidades de ganar la competición.
"Está el obstáculo de la edad y también el de que la elección sea muy política. Si fuese puramente profesional, sería difícil encontrar una persona mejor que Fischer", declaró a la radio nacional Steinitz que, no obstante, no parecía muy apenado de que este reconocido economista se vea forzado a continuar a su lado ayudando a dirigir las finanzas del país. EFE
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