Por Kieran Guilbert
LONDRES (Thomson Reuters Foundation) - El tráfico de mano de obra está creciendo en toda Europa y ha superado a la explotación sexual como la forma predominante de esclavitud moderna en varios países, incluidos Reino Unido, Bélgica y Portugal, dijo el martes un importante organismo europeo de derechos humanos.
Pero la falta de procesamientos, condenas, las limitadas leyes laborales e inspecciones y el miedo entre las víctimas están obstaculizando los esfuerzos para abordar el tráfico en industrias desde la agricultura hasta la construcción, según un informe del Consejo de Europa (CoE).
"Más y más personas están siendo objeto de tráfico para trabajar en condiciones terribles en Europa, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales", dijo Siobhan Mullally, presidenta del grupo contra el tráfico de personas del CoE.
La mayoría de las víctimas de la explotación laboral en Europa son hombres que trabajan en sectores como la pesca y la manufactura, mientras que las mujeres tienden a quedar atrapadas en entornos aislados, como el doméstico o el cuidado, según el informe del CoE con sede en Francia.
Las víctimas a menudo son reacias a buscar ayuda porque pueden depender de sus traficantes para el trabajo, la comida y la vivienda, y temen la deportación o represalias si hablan, dicen activistas.
"Acudir a las autoridades es un riesgo que muchas víctimas sienten que no pueden tomar", dijo Kate Roberts, directora de la Human Trafficking Foundation, con sede en Reino Unido.
Las leyes contra la trata de personas de las naciones europeas deben estar respaldadas por una legislación laboral más sólida y capacitación para que los inspectores del trabajo cubran toda la economía e identifiquen a las víctimas, dijo el CoE.
"Ninguna ley contra el tráfico tendrá efecto por sí sola a menos que vaya acompañada de políticas y regulaciones en otras áreas relevantes", dijo Klara Skrivankova, directora para Europa y Reino Unido de Anti-Slavery International, con sede en Londres, a la Fundación Thomson Reuters.
Alrededor de 25 millones de personas en el mundo han sido víctimas de trabajos forzados en 2016, trabajando en fábricas, granjas y barcos de pesca, y como trabajadoras domésticas o sexuales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el grupo de derechos humanos Walk Free Foundation.