Bitcoin es un activo altamente riesgoso. Es un activo volátil. Y hay que decirlo sin cobertura de azúcar. No tiene sentido negar la existencia de este elemento tan característico. ¿A quién engañamos? Para muchos, la palabra “riesgo” es ofensiva. Se malinterpreta como un ataque. Entonces, surge una defensa con juegos semánticos. La volatilidad, sin embargo, no es un mal de morir. Es algo que se debe administrar con estrategia. De esta forma, obtenemos el mayor beneficio al menor costo posible.
Hablemos de la popular frase: “Bitcoin es un Bitcoin”. O sea, el mito de que el precio de Bitcoin no importa. Una manzana es una manzana, porque tiene valor de uso. Es decir, la manzana tiene un valor intrínseco. Es un alimento que solventa nuestra necesidad de comer. Bitcoin, por otro lado, es un código en una red de computadoras. Y ese código representa una tasa de cambio. El código no se come. Es una abstracción. El código en sí no sirve de nada. Carece de valor intrínseco. Su valor es únicamente monetario. Es un medio. No es un fin en sí mismo. Robinson Crusoe en su isla desierta no se puede dar el lujo de decir: “Bitcoin es un bitcoin”. Bitcoin es útil en sociedad para poder obtener otras cosas. Por ende, Bitcoin es valioso en su capacidad para el intercambio.
- ¿Víctima del miedo? ¿Por qué hacer lo contrario es tan lucrativo?