Uber (NYSE:UBER) es un elemento básico de la economía colaborativa, para bien o para mal, y un disruptor que en su día hizo temblar al espacio de la movilidad. Sin embargo, ahora a Uber la están tomando en serio. La empresa se enfrenta a una supuesta brecha de ciberseguridad de gran alcance. Según el gigante de la movilidad, el atacante no ha podido acceder a los datos sensibles de los usuarios, o al menos, no hay pruebas que sugieran lo contrario. Independientemente de que los datos sensibles de los usuarios hayan quedado expuestos, este caso señala un problema persistente con las aplicaciones actuales. ¿Podemos seguir sacrificando nuestros datos —y por tanto nuestra privacidad y seguridad— por la comodidad?
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La filtración de datos de Uber no es nada fuera de lo común: las aplicaciones Web2 son omnipresentes, cada vez más extendidas en nuestras vidas, y muchas de ellas, desde Facebook (NASDAQ:META) hasta DoorDash, también han sufrido filtraciones. Cuanto más proliferen las aplicaciones Web2 en el espacio del consumidor y más allá, más a menudo tendremos este tipo de incidentes a largo plazo.