La globalización es, básicamente, deflacionaria. Lo que implica que el “fin de la globalización“ marcaría el fin de los precios bajos. La reducción del comercio mundial para colocar un mayor énfasis en la producción nacional o regional no es mala idea en su totalidad. Por un lado, nos permite una mayor autonomía. O sea, se puede cortar la dependencia con países de regímenes autoritarios y hostiles. Por otro lado, se impulsa el mercado laboral local. Una producción nacional no es la más eficiente del mundo, pero es más segura que el sistema actual. El “hecho en casa” implica menos riesgos geopolíticos y menos riesgos logísticos. En muchos sentidos, nos libre. La pandemia nos reveló los peligros de la globalización. Y ahora muchos quieren revertir el proceso.
La riqueza no yace en el dinero. La riqueza yace en la capacidad de producir bienes y servicios. El dinero es simplemente un instrumento de intercambio, únicamente útil dentro de un sistema de producción de bienes y servicios. Es decir, el dinero es una especie de cupón canjeable por productos disponibles. Es posible que tengamos productos sin dinero. Pero no es muy útil tener dinero sin productos.
- El precio de Bitcoin: ¿Lo peor ya pasó?
Ahora bien, acumular Bitcoin no sirve de nada en un mundo sin producción. ¿Qué es Bitcoin? Bitcoin es un código. Y ese código jamás será un sustituto para el agua, el aire, los alimentos y las cosas que necesitamos para sustentar la vida. Pensemos en un náufrago habitando una isla desierta. En su bolsillo, este náufrago tiene la llave privada de una cartera con millones de Bitcoin. Y, en un rincón, el náufrago también tiene varios billones de dólares en un gran baúl. ¿Cómo se alimentará? ¿Cómo se protegerá de los elementos? ¿Cómo podrá lograr mantenerse con vida?