El coronavirus sigue causando estragos. Lamentablemente, aún no podemos cantar victoria, porque el virus sigue entre nosotros. Pese a la existencia de las vacunas, muchos rehúsan vacunarse, apelando a todo tipo de razones. Se podría decir que muchos apelan por el derecho de contagiar a los demás. “Es mi cuerpo”. Bueno, también es nuestra pandemia para rato. Los contagios siguen en un aumento, en lo que podría ser la ola número –ya perdí la cuenta-.
Países como Alemania están estudiando la posibilidad de implementar nuevas medidas de confinamiento. ¡Dios! Ya tenemos las vacunas. Pero, paradójicamente, tenemos un fenómeno bastante posmoderno en nuestras manos que entorpece el asunto: Ahora cualquier ignorante cree saber más que la comunidad científica. Porque ahora todo es una gran conspiración contra el pueblo. Tendremos que inventar una vacuna para la estupidez. Ah, verdad, nadie querrá colocar esa vacuna pensando que es una trampa de Bill Gates.
Claro que los mercados se preocupan. La prolongación de la pandemia significa retraso económico. Es muy difícil tener una recuperación plena con el virus todavía entre nosotros. El Día de Gracias en los Estados Unidos, el Black Friday, la inflación, las tensiones geopolíticas, y las fallas logísticas se sumaron a crear una corriente pesimista.