El primer trimestre del año ha terminado en muy buena nota. El pesimismo ha mermado bastante, a pesar de toda la incertidumbre en torno a los colapsos bancarios y a la inflación. Lo cierto es que los inversores están volviendo a comprar. Lo que se traduce en ganancias. Durante estos tres meses, el optimismo ha traído crecimiento. Bitcoin y el oro han sido los grandes ganadores de esta temporada. En el caso de Bitcoin, se trata de un espectacular crecimiento de 71% en un lapso muy breve.
Es imposible negar que la crisis bancaria ha beneficiado mucho a Bitcoin. Por alguna razón u otra, los compradores ahora son mucho más que los vendedores. Obviamente, la narrativa ha logrado calar. Las alzas se la podemos atribuir a tres causas combinadas: El entusiasmo de los minoristas, la liquidez de los rescates y el bajo volumen.
La gran pregunta: ¿Qué año será este 2023? ¿Acaso será un 2019? ¿O será un 2020? En tiempos de tanta volatilidad e incertidumbre, en el corto plazo, cualquier cosa puede pasar. Todo depende, en gran medida, de la narrativa que logre convencer al mayor número de personas en un momento dado. Porque no hay nada más potente para un mercado que una expectativa. Si los inversores piensan que el precio de un activo va a subir, esta expectativa es el origen de las compras. El precio, entonces, sube. Y lo que tenemos en realidad es una profecía auto-cumplida. Con razón o sin razón, una narrativa puede mover el mercado.