Lisboa, 10 oct (EFE).- El grave endeudamiento de uno de cada
cuatro municipios lusos y los sonoros casos de alcaldes procesados
que vuelven a presentarse se han convertido en dos de los temas más
polémicos ante las elecciones municipales del domingo en Portugal.
Socialistas y socialdemócratas (de centro-derecha) son los
grandes contrincantes que se disputan el poder en los 308 municipios
del país donde el ahogo financiero de los ayuntamientos y las
cuentas con la Justicia de algunos ediles saltaron con frecuencia a
la campaña electoral.
La lista de deudas la encabeza la capital del país con 1.000
millones de euros, una cifra astronómica para sus 580.000
habitantes, que tocan a 1.700 euros de débito per capita.
Sólo su renegociación fue el mayor quebradero de cabeza para el
alcalde actual, el socialista Antonio Costa, favorito para la
reelección que llegó al poder en 2007 tras elecciones anticipadas
provocadas por un caso de corrupción urbanística.
La situación financiera de la industrial Oporto, de 300.000
habitantes y 180 millones de deuda, es buena si se la compara con
Lisboa pero a los economistas de la capital del norte del país les
horroriza.
Según los últimos datos oficiales, anteriores a la crisis
económica que estalló a finales del año pasado, las deudas de
setenta y tres ayuntamientos portugueses ante sus proveedores ya
eran un 50% superiores a los ingresos.
En situación próxima a la quiebra técnica, numerosos consistorios
lusos llevan ya varios ejercicios atrasando las obras previstas en
sus presupuestos y la inversión municipal cayó entre 2005 y 2008 un
11% en relación a 2001-2004, cuando fue de 2.617 millones de euros.
En total, los ayuntamientos portugueses acumulan 6.000 millones
de deuda, el 6% de las obligaciones del Estado luso, cuando la
nación atraviesa su peor crisis económica desde la instauración de
la democracia tras la Revolución de los Claveles de 1974.
Además del agobió de las deudas afearon la campaña de las
municipales lusas los mediáticos casos de alcaldes que aspiran a ser
reelegidos a pesar de sus problemas con la Justicia, la mayoría por
delitos relacionados con el fraude y el tráfico de influencias.
La regidora de Felgueiras, en el norte del país, Fátima
Felgueiras; el ex ministro de Ambiente Isaltino Morais en Oeiras, en
las afueras de Lisboa; y Valentim Loureiro en Gondomar, cerca de
Oporto, son los más famosos protagonistas de las desventuras
municipales, en algunos casos rocambolescas, con la Justicia.
El historial de la alcaldesa de Felgueiras, que aspira a su
tercera reelección y lleva el apellido de su pueblo, es de los más
llamativos e incluye huida a Brasil, en mayo de 2003, para evitar la
prisión por 23 delitos de corrupción y tráfico de influencias.
La ex alcaldesa, que había ganado sus primeras elecciones en 1995
con el Partido Socialista (PS), planeó su regreso a Portugal pocas
semanas antes de las elecciones de 2005 y, pese a estar en libertad
condicional, se lanzó a la campaña electoral y fue reelegida en
representación de un partido independiente.
El regidor Morais fue candidato por el centro derechista Partido
Social Demócrata (PSD) hasta que le retiraron el apoyo y ha tenido
varios sonoros encontronazos con la Justicia.
Pero ninguno le ha impedido dominar, desde hace más de 20 años,
la alcaldía de Oeiras, de 170.000 habitantes, ni siquiera cuando el
pasado agosto fue condenado a la suspensión del mandato y siete años
de prisión por fraude fiscal, abuso de poder y blanqueo de dinero,
una sentencia que aún no ha tenido efecto.
El último de los más polémicos aspirantes a la reelección,
Loureiro, ex presidente de la Liga Profesional del Fútbol Portugués
(LPFP), fue condenado en julio del año pasado a tres años y dos
meses de prisión no efectiva por un intento de soborno a árbitros
del campeonato portugués.
Antiguo miembro del PSD, Loureiro fue también acusado de
prácticas ilícitas como alcalde de Gondomar, pero se mantiene en el
poder desde 1993 con holgadas victorias electorales, la última bajo
una lista independiente. EFE