París, 5 oct (EFE).- La polémica reforma de las pensiones en
Francia, que ha motivado multitudinarias manifestaciones en el país
contra el retraso de la edad de jubilación, comenzó hoy a ser
debatida en el Senado, en la recta final para su aprobación.
La llegada a la cámara alta del proyecto se produce tres días
después de la última manifestación contra el texto que, según los
sindicatos, reunió el pasado día 2 a tres millones de personas en
las calles del país, y a un millón, según el Gobierno.
Y en vísperas de una nueva jornada de protesta el próximo martes,
la séptima en lo que va de año, en un creciente pulso de los
sindicatos contra la que el presidente, Nicolas Sarkozy, considera
la medida estrella de su mandato.
Frente al Senado, donde la votación del texto está prevista para
el 15 de octubre, se manifestó hoy un grupo de contestatarios en un
aviso de que la movilización contra la reforma mantiene su vigor.
Entre las centrales obreras comienza a tomar cuerpo la idea de
radicalizar el movimiento en forma de huelgas indefinidas en las
empresas, una táctica que ya dio resultado en 1995 y que, piensan,
puede ser la única alternativa que les queda.
Un extremo que no cree el Gobierno, convencido de que su labor de
explicación está debilitando los movimientos de protesta contra el
retraso de las pensiones, la única forma, dicen, de mantener el
sistema actual en el contexto de envejecimiento de la población.
El primer ministro, François Fillon, afirmó que el corazón de la
reforma no cambiará aunque dejó abierta la puerta a modificaciones
del texto, sin tocar el retraso de la edad mínima de jubilación a 62
años y a 67 para cobrar la pensión completa.
En este sentido, el ministro de Trabajo, Eric Woerth, responsable
de defender el texto entre los senadores, afirmó que el Ejecutivo
está abierto a "progresar hacia más justicia", una alusión a recibir
algunas propuestas de los centristas, como ciertas medidas a favor
de las mujeres.
Los aliados centristas, que se opusieron a la reforma en la
cámara de diputados, donde la mayoría conservadora es aplastante,
son ahora imprescindibles para hacer avanzar la reforma en el
Senado, por lo que serán necesarias concesiones.
Los socialistas cuentan con esa debilidad en la cámara alta y con
las normas del Senado, más flexibles en términos de debate que en la
Asamblea Nacional, para alargar el examen de la propuesta más allá
de las dos semanas previstas inicialmente.
El millar de enmiendas presentadas van en ese sentido, al igual
que su intento de pedir en el Senado que se celebre un referéndum
sobre la reforma de las pensiones, una que no saldrá adelante pero
que prolongará los debates.
Ganar tiempo es la estrategia de los socialistas que esperan que
mientras tanto el movimiento se radicalice en las calles. EFE
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