Pekín, 16 abr (.).- China publicará mañana los datos de su producto interior bruto (PIB) del primer trimestre, que según los analistas crecerá un 6,8 %, una cifra mayor a la esperada y al avance total de 2016, que fue del 6,7 por ciento.
Asimismo, si estas predicciones se cumplen, la velocidad del crecimiento chino se mantendría en la misma cifra que en el último trimestre del año pasado.
Entre los diversos factores que favorecen que continúe el avance económico en el gigante asiático destaca la recuperación del comercio exterior, que parece despejar las dudas provocadas por la posibilidad de una guerra comercial entre China y Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Y es que el conjunto del comercio exterior chino contabilizado en yuanes creció un 21,8 % interanual en el primer trimestre, impulsado principalmente por las importaciones, que se dispararon un 31,1 %, y en menor medida las exportaciones, que aumentaron un 14,8 por ciento.
Las reservas chinas de divisas también promueven el optimismo, ya que en marzo encadenaron dos meses de subidas por primera vez desde abril del año pasado, aunque en el acumulado trimestral registrasen un ligero descenso.
Las políticas gubernamentales para evitar la fuga de capitales al extranjero, que se centran en un mayor control a los pagos transfronterizos y a las inversiones, parecen estar dando sus frutos.
También los intentos del Ejecutivo de enfrentarse al exceso de capacidad industrial han ayudado al buen rendimiento económico, resultando en un aumento de los precios de producción que, a su vez, ha repercutido en el aumento trimestral de los ingresos fiscales, aunque no lo suficiente como para atajar el déficit público.
La actividad industrial se situó en marzo en el mayor nivel de los últimos cinco años gracias a los estímulos gubernamentales -especialmente enfocados a las infraestructuras-, aunque los analistas no están seguros de que pueda mantener este nivel por mucho más tiempo.
Especialmente dudoso parece el futuro del mercado inmobiliario, al que el Gobierno central y sus ramas autonómicas y locales imponen cada vez más restricciones con el fin de evitar una burbuja, aunque esto podría suponer una ralentización del crecimiento económico a corto o medio plazo.
Asimismo, los datos de inflación registrados en los primeros tres meses del año, relativamente bajos exceptuando el de enero -en el que se aceleró por el Año Nuevo Lunar- refuerzan la incertidumbre sobre la fortaleza del consumo doméstico, algo que podría ser negativo para los objetivos de cambiar de modelo económico.