Miguel Ángel Mondelo
Madrid, 22 ene (EFE).- La actual crisis económica, conocida ya
como "la Gran Recesión", ha tumbado numerosas certezas -entre ellas
que los ciclos económicos habían pasado a la historia y que la
regulación estorbaba- y ha devuelto al primer plano conceptos
sepultados por la "Revolución Conservadora" de Reagan y Thatcher.
Después de la resurrección de John Maynard Keynes, que ha
inspirado el grueso de las políticas anti-crisis aplicadas durante
los últimos meses, el presidente de EEUU, Barack Obama, recupera
ahora, en una versión suave, el espíritu de la Ley Glass-Steagall,
diseñada en 1933 por su antecesor Franklin Delano Roosevelt para
evitar que se repitiera el "crack" de 1929, que dio paso a la "Gran
Depresión".
La norma, que fue derogada en 1999, con Bill Clinton en la Casa
Blanca, pretendía evitar que los bancos pudieran especular con el
dinero que los ahorradores habían depositado en ellos.
En la práctica, la ley separaba de forma nítida la banca
comercial -la banca "aburrida", en palabras del Nobel Paul Krugman-,
sujeta a una regulación más estricta, de la banca de inversión, que
incurría en mayores riesgos.
Este corsé, que resultó útil durante décadas, saltó por los aires
a finales de la década de los noventa, en un momento en el que la
ideología dominante sostenía que la autorregulación del sector
bancario y los nuevos instrumentos financieros habían reducido casi
a cero los riesgos del sistema.
Al final, la "exuberancia irracional" de la llamada "banca en la
sombra", es decir, la no sujeta a regulación, y la proliferación de
titulizaciones y derivados, que, lejos de diluir el riesgo,
extendieron la epidemia a todo el mundo, han llevado al sistema
capitalista al borde del colapso.
Hubo que desempolvar manuales y sacar a Keynes del desván para
hacer frente a la situación. La barra libre de liquidez acordada por
los bancos centrales y los estímulos fiscales aprobados por los
gobiernos han logrado contener la marea, a costa, eso sí, de
desbocar los déficit públicos y engordar la deuda de los Estados.
Quedan por delante años de crecimiento anémico y de elevadas tasas
de desempleo.
Resulta ilustrativo que el hombre que ha encabezado en EEUU la
lucha contra la "Gran Recesión", el presidente de la Reserva
Federal, Ben Bernanke, sea un reconocido experto en la "Gran
Depresión". Una vez más, recetas del pasado para despejar el futuro.
En esta línea, Obama ha decidido tomar medidas para impedir que
la banca vuelva a asomar al abismo a la economía mundial, entre
ellas que los bancos comerciales puedan invertir en fondos de alto
riesgo o que puedan alcanzar un tamaño tal que su quiebra ponga el
sistema contra la pared.
Algunos de los más directos colaboradores de Obama, en especial
el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, ahora su
principal consejero económico, habían defendido desde hace tiempo la
vuelta a la Ley Glass-Steagall.
Ahora, en un momento político especialmente delicado por la
pérdida del escaño en el Senado por Massachusetts que había ocupado
Ted Kennedy, Obama da un paso decidido en esa dirección y recupera
los cortafuegos que Roosevelt había levantado tras la Gran
Depresión. EFE