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Madrid, 14 jun (.).- La industria papelera española sufrió "daños económicos muy importantes" como consecuencia del "dramático" apagón peninsular del pasado 28 de abril, y aguarda "paciente" a que se esclarezcan las causas del incidente para tener claro de qué herramientas disponen las empresas para "enfrentar este drama".
Dicho episodio se suma a un entorno complejo para el sector en España, cuya facturación se mantuvo estable en 2024 -5.232 millones de euros, un 0,6 % menos en comparativa interanual- pese a aumentar el número de ventas, lastrada por costes estructurales superiores a los de sus competidores, cuenta a EFE el director general de Aspapel, Manuel Domínguez.
Aspapel son las siglas de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón, la voz de un sector que emplea directamente a 16.964 profesionales, generando alrededor de 85.000 puestos indirectos, y que presume de tres características.
La primera, que es una industria circular que ha posicionado a España como tercer país más reciclador de papel y cartón en la Unión Europea; la segunda, su "larga tradición" -la catalana J. Vilaseca S.A se remonta a principios del s.XVIII, siendo una de las empresas más antiguas del país-.
Y la tercera, su innovación, con la que se ha adaptado a los nuevos tiempos, especialmente en la última década, cuando ha pasado de fabricar papel de periódico o revista a que en torno a un 70 % de sus productos sean envases y embalajes para logística.
La organización cuenta con más de 50 empresas asociadas, que suponen el 95 % de la producción del sector, como Ence (BME:ENC); Miquel y Costas (BME:MCM); Lecta; Saica; International Paper (NYSE:IP) o Smurfit Westrock.
Bajada de precios
Conforme a sus datos preliminares, en el último ejercicio, creció el consumo tanto de papel y cartón (un 6,2 %, hasta los 6,7 millones de toneladas) como de celulosa (un 20,4 %, a dos millones de toneladas).
También avanzó la producción: la de papel y cartón subió un 8,5 %, a 6,6 millones de toneladas, mientras que la de celulosa se situó en 1,7 millones de toneladas, un 5,3 % más.
Sin embargo, la facturación se contrajo un 0,6 %, hasta los 5.232 millones de euros, con una evolución dispar entre el papel y el cartón, donde se incrementó un 0,5 %, y la celulosa, donde retrocedió un 12,9 %.
"Hemos producido más, hemos vendido más, pero hemos mantenido la facturación", explica Domínguez, que admite que esta actividad no quiere perder mercados, por lo que ha bajado los precios para hacer frente a productos fabricados en áreas como Turquía o Asia, con unos costes de energía "muy inferiores" a los de España.
Las consecuencias del apagón
Siguiendo en clave energética, Domínguez cuenta cómo vivieron el apagón. "Hubo muy pocas fábricas que pudieron aguantar. La cogeneración ha evitado, en algunos casos, tener que parar", relata.
Aspapel habla de "daños económicos muy importantes". Aunque no concreta una cifra, pone en contexto: una máquina de papel puede alcanzar los 300 metros de largo y funciona continuamente, de modo que pararla, arrancarla y que luego vuelva a producir a la máxima calidad requiere tiempo.
Además, sus procesos necesitan unos filtros "eléctricos y muy exigentes", que se rompen cuando se produce un fallo como el del pasado 28 de abril. Reponer cada uno cuesta unos 200.000 euros.
A la pregunta de si reclamarán, Domínguez contesta: "Tenemos una reunión con unos abogados para que nos expliquen qué posibilidades existen".
En cualquier caso, intentarán trasladar la reclamación "a quien corresponda, si corresponde", dentro de las opciones de que dispongan.
Mientras tanto, a falta de conocer más acerca del apagón, este onubense avisa de que "si la electrificación es el futuro", la industria necesita "una conexión de red de calidad".
Costes energéticos
Para las papeleras, "es vital el tema energético", insiste el director general de Aspapel, que se remonta a los "vaivenes" de precios después de la invasión rusa de Ucrania.
"A día de hoy, continuamos teniendo un contexto que nos limita ser más competitivos", lamenta.
En este punto, Domínguez, que reitera que, más allá de las tensiones por los aranceles de EE. UU., es optimista para 2025 dado el crecimiento del consumo de papel, lanza un mensaje.
"Necesitamos palancas que nos ayuden a que las soluciones que necesita el ciudadano se fabriquen en España", sostiene.
Sobre todo, en plena descarbonización, y es que aunque muchas compañías "van muy rápido", su actividad tiene un hándicap: es calorintensiva. Por ejemplo, "para que los clínex no nos raspen la nariz, necesitamos 500º de vapor".
Estos requerimientos energéticos "muy elevados" han llevado a Aspapel a reclamar al Ejecutivo un estatuto de calorintensivos que les ayude a descarbonizarse en un clima que atraiga inversión. Porque las empresas quieren hacerlo y seguir en España, pero "sin financiación, no hay descarbonización", advierte.
La asociación se remite a los cálculos de AEGE, que analiza los precios finales que afrontan consumidores electrointensivos equivalentes en España, Francia y Alemania considerando las medidas de apoyo de sus gobiernos.
De acuerdo con el barómetro de mayo, el recibo eléctrico para un electrointensivo en España es 2,8 veces el coste de la energía en Francia y 1,4 veces el de Alemania, aun teniendo un precio de mercado más bajo.