Por Silvio Cascione
BRASILIA (Reuters) - La inflación de Brasil cerró el 2015 en su máximo nivel en más de 12 años, superando el 10 por ciento, incumpliendo ampliamente la meta oficial y alentando las expectativas de inminentes alzas en los tipos de interés, en momentos en que la principal economía de América Latina afronta una profunda recesión.
Los precios al consumidor medidos por el Índice Nacional de Precios al Consumidor Amplio (IPCA) de Brasil avanzaron un 0,96 por ciento en diciembre, mientras que los precios al productor cayeron un 0,28 por ciento en noviembre, dijo el viernes el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Los precios al consumidor subieron un 10,67 por ciento en los 12 meses hasta diciembre, más que el aumento de 10,48 por ciento en el año hasta noviembre.
Aumentos de impuestos, un gasto público elevado y el fenómeno climático El Niño contribuyeron a que la inflación del año pasado en Brasil sea más alta de lo previsto al iniciarse el 2015.
Los precios de los alimentos subieron un 12,03 por ciento el año pasado, y un 1,5 por ciento solamente en diciembre, mientras que fuertes tormentas en varios estados del país perjudicaron la producción de bienes perecederos como verduras.
El gobernador del banco central, Alexandre Tombini, deberá emitir una carta explicando los motivos del fracaso de la entidad en la meta inflacionaria del 4,5 por ciento por primera vez desde 2003, en un momento en que la economía brasileña está sumergida en la peor recesión desde, al menos, 1901.
El banco central posiblemente también incrementará los tipos de interés el 20 de enero, según economistas, desde un máximo de casi una década del 14,25 por ciento.
La entidad se ha comprometido a tomar las medidas necesarias para asegurar que a fin de año la inflación caiga por debajo del nivel más alto del rango meta, actualmente en 6,5 por ciento.
La mayoría de los brasileños han vivido históricos períodos de hiperinflación hasta la creación del real en 1994.
Y aunque la actual depreciación no es ni cerca tan grave como los episodios inflacionarios previos, ha ayudado a desgastar la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, que está al borde de un juicio político a petición de la oposición.
La inflación en Brasil contrasta con un contexto inverso de temores deflacionarios en el resto del mundo, provocado por la desaceleración del crecimiento en China y una caída estrepitosa de los precios del crudo y de otras materias primas.
La mayoría de las presiones inflacionarias en Brasil tienen origen interno y están ligadas a políticas fiscales laxas y sucesivos aumentos en el salario mínimo sin conexión con la productividad.