Roma, 6 may (.).- La oposición italiana, por primera vez unida tras el triunfo de Giorgia Meloni, y los principales sindicatos del país se manifestaron este sábado en Bolonia (norte) contra la reforma laboral que el Gobierno anunció de manera unilateral el pasado 1 de mayo, el Día del Trabajo.
Más de 30.000 personas salieron a la calle en el feudo progresista de Bolonia, donde se organizó la primera de una serie de protestas que también se han convocado en Milán (el próximo sábado) y Nápoles (el siguiente) y que los sindicatos no descartan que puedan derivar en una huelga general.
"No excluimos nada, con las huelgas generales no se amenaza, sino que se hacen cuando hay que hacerlas", aseveró el líder del mayor sindicato italiano CGIL, Maurizio Landini.
Además de los principales sindicatos, Cgil, Cisl e Uil, la movilización también contó con el apoyo de los socialdemócratas del Partido Demócrata (PD), líder de la oposición, y los populistas del Movimiento 5 Estrellas (M5S), con una destacada posición parlamentaria.
Ambas formaciones, que pelean por hacer frente a la mayoría conservadora en el Gobierno, liderada por Meloni, han dirimido sus diferencias ante una controvertida ley que reduce los impuestos, pero amplía la posibilidad de alargar contratos temporales, hasta ahora restringidos a un año.
"Es un decreto que prevé recortar la cuña fiscal, medida insuficiente y temporal, escondiendo normas que aumentan la precariedad", denunció la líder del PD, Elly Schlein, en Bolonia.
Tanto los partidos políticos como los sindicatos coincidieron al calificar la reforma de "controvertida", especialmente por la manera en la que Meloni decidió aprobarla y anunciarla.
La primera ministra convocó un Consejo de Ministros el Primero de Mayo, en plena fiesta de los trabajadores, para después anunciar -a través de un vídeo en redes sociales- la aprobación del decreto, que reduce solo hasta final de año la carga impositiva a determinados sueldos.
Un día antes, Meloni recibió a los sindicalistas en el Palacio Chigi, sede del Ejecutivo, para darles conocer el contenido de la reforma, que calificaron de "insuficiente" por no atajar el problema de la inflación, la pérdida del poder adquisitivo y la precariedad del empleo juvenil.
"Es una provocación", advirtió Schlein.
El decreto establece, entre otras cosas, una reducción de la cuña fiscal, es decir, la diferencia entre el salario que paga un empleador y lo que el trabajador se embolsa, pero solo durante lo que queda de año.
En concreto, se aplicará una disminución de la carga fiscal del 7 % (hasta ahora era del 3 %) a las nóminas de hasta 25.000 euros anuales y del 6 % (antes era del 2 %) a las de 35.000 euros, lo que permitirá un aumento de sueldo de unos 100 euros en ambos casos.