Natalia Kidd
Buenos Aires, 8 jun (EFE).- La "manía" de los argentinos por el dólar, un bien cada vez más escaso debido a las restricciones oficiales, ha desatado un curioso enfrentamiento en la cumbre del poder, entre quienes reivindican su derecho a ahorrar en esta moneda y los que pregonan que ya es hora de defender el peso nacional.
La pelea no sólo tiene como protagonistas a los máximos líderes políticos del país sino que se dirime también en las calles, donde crecen las protestas contra las trabas cambiarias al sonar de las cacerolas, y en las redes sociales, donde hay una verdadera fiebre a favor y en contra del billete que asegura que "en Dios confiamos".
Curiosamente, la presidenta argentina, Cristina Fernández, llamó este miércoles a sus compatriotas a hacer un acto de fe y confianza en el peso argentino y a imitarle en su decisión de convertir a esa moneda sus ahorros bancarios personales en dólares.
En un acto, la mandataria habló de dar una "batalla cultural" en contra de la obsesión argentina por el dólar, aseguró que es "más rentable" ahorrar en pesos y señaló al senador y exjefe de Gabinete Aníbal Fernández como el primero en la fila y "con bonete" que debe cambiar su plazo fijo en dólares por otro en moneda argentina.
Precisamente, unos días antes, el legislador oficialista había admitido que ahorraba en dólares porque se le antojaba y que no los pensaba vender, una declaración que causó indignación en algunos sectores medios y altos de la población, principalmente de la capital, que ese mismo día salieron a la calle a golpear cacerolas.
Las protestas, que se han reiterado esta semana, tienen como blanco las restricciones a la compra de divisas impuestas por el Fisco en noviembre pasado para contener la fuga de capitales y que se han incrementado en las últimas semanas con nuevos requisitos para la adquisición de dólares para viajar o cancelar créditos hipotecarios.
En la práctica, las nuevas normas restringieron el acceso de muchos inversores al mercado cambiario formal, lo que hizo resurgir los circuitos informales de compraventa de divisas, un mercado ilegal donde el precio del dólar es casi un 30 % más caro que el oficial.
Mientras el retiro de depósitos en dólares de los bancos va en aumento y el Gobierno estudia medidas como la "pesificación" de las operaciones inmobiliarias, el Fisco asegura que la preocupación por el dólar sólo atañe al tres por ciento de los argentinos, aquellos que este año pudieron comprar divisas para atesorar.
Aún así, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, ha hablado de que hay una verdadera "manía", una "obsesión compulsiva" por el dólar en Argentina, "el segundo país del mundo con más circulación de billetes" de la moneda estadounidense, con unos 1.300 dólares por habitante.
"No sé cuántos dólares tengo pero no los voy a pesificar", dijo este jueves el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, empresario y uno de los principales líderes de la oposición.
Un reciente sondeo del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB) revela que para el 38 % de los encuestado la imagen de Cristina Fernández empeoró tras los comicios de octubre pasado en las que logró la reelección con el 54 % de los votos.
Los controles al dólar son la principal razón de ese deterioro, según la encuesta.
"Para la clase media el dólar es un indicador crucial para los argentinos, que saben que cuando hay turbulencias en el dólar algo malo se avecina", dijo a Efe el director del COPUB, Orlando D'Adamo.
Para el analista, el Ejecutivo ha tenido errores de comunicación en este asunto, desconociendo que los argentinos se han refugiado tradicionalmente en el dólar ante las crisis y la inflación.
"Cuanta más improvisación ve la gente en el Gobierno, más quiere comprar dólares y más sube esta fiebre", dijo el experto. EFE