Por Belén Carreño y Ingrid Melander
MADRID (Reuters) - Recibido en la escena política europea como una estrella emergente, el presidente socialista, Pedro Sánchez, pone ahora a prueba sus éxitos electorales al enfrentarse a los problemas para formar Gobierno, al mismo tiempo que participa en las complejas negociaciones de reparto de poder en la UE.
Dos meses después de que se celebraran las elecciones generales en España, Sánchez aún está luchando por lograr los apoyos necesarios para ser investido presidente en un fragmentado Parlamento y también está aprendiendo a lidiar en su primera negociación de alto nivel internacional.
Con todo, después de dos meses de negociaciones bloqueadas en España, y a punto de la fecha límite para designar al presidente del Parlamento Europeo - el 2 de julio es la jornada inaugural-, las críticas comienzan a surgir.
"Hay una brecha entre el protagonismo que se le está dando a Sánchez en España en estas negociaciones y lo que se percibe de verdad en Bruselas. Hablar de un G-3 es muy exagerado. España está muy lejos de tener el peso que tienen Alemania o Francia en la UE", dice una fuente basada en Bruselas y bien conocedora del entramado europeo y de los movimientos de España.
Los socialistas españoles se han convertido en la delegación más numerosa del Parlamento Europeo, con Sánchez de coordinador de la familia socialdemócrata para escoger los principales puestos que gobernarán los próximos años la Unión Europea, desde el presidente de la Comisión hasta el gobernador del Banco Central Europeo.
Este mismo fin de semana en el G-20 que se celebra en Osaka, Sánchez pone a prueba su capacidad negociadora que por ahora no ha funcionado en casa, acercando posturas con Angela Merkel y Emmanuel Macron antes de que en la cumbre del domingo se intente llegar a un acuerdo. Este viernes por la mañana ya ha mantenido una conversación con el presidente del Consejo, Donald Tusk, sobre el reparto institucional.
Entre cumbre y cumbre lejos de la tensión política de Madrid, el socialista español disfruta de su nuevo rol con una amplia sonrisa a la vez que contesta presto en inglés a la prensa extranjera.
"Al presidente le gusta estar en las negociaciones europeas. Se siente cómodo, habla inglés y tiene experiencia", resalta uno de sus más cercanos colaboradores.
El presidente estrenó su cargo hace poco más de un año tras ganar una moción de censura al anterior Gobierno conservador, pero su ascenso en Bruselas solo llegó después de las exitosas elecciones nacionales y europeas.
Esta inexperiencia de Sánchez también ha sido uno de los aspectos que han resaltado los que vieron de cerca las conversaciones durante la cumbre.
"Sánchez estaba muy seguro de sí mismo durante las negociaciones. Pero lo que él no entendía es que 'matar' a Weber -el candidato alemán para presidir la Comisión Europea- también suponía matar su candidato", explicaba una fuente diplomática europea tras el fallido Consejo de la semana pasada.
Tanto Sánchez como Macron se pusieron de acuerdo para bloquear el nombramiento del candidato alemán -y conservador- Manfred Weber como presidente de la Comisión Europea, lo que resultó también en el descarte del candidato socialista, Timmermans. Fuentes españolas aseguran que sí eran conscientes de las consecuencias de bloquear a Weber.
SOLO EL COMIENZO
Uno de los más críticos con las tesis defendidas por Sánchez, en particular con la política fiscal y el presupuesto del euro, fue el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, que en una entrevista concedida a Euractiv aseguraba: "No es ni siquiera en su propio interés [lograr un presupuesto para el euro]. ¿Por qué lo propone?".
España ha estado promoviendo una mayor integración en Europa, especialmente con herramienta fiscales comunes para estabilizar la economía en caso de que haya una nueva crisis.
El propio Sánchez reconoció al llegar a la cumbre, y en la rueda de prensa de cierre, su bisoñez en esta primera negociación internacional de alto nivel.
"Los primeros ministros y presidentes de Gobierno más experimentados me dicen que esto acaba de empezar", asumía con su perenne sonrisa.
El domingo tiene una segunda oportunidad para liderar un acuerdo en la Unión Europea que asiente su recién estrenada influencia, después de años en los que se ha visto a España desde Bruselas como un país ensimismado, demasiado ocupado en sus problemas locales y en salir de la crisis para tener presencia en el escenario internacional.
"El presidente negocia por España y por la familia socialista, que es una familia que ha sufrido especialmente durante la crisis. Por eso ahora es muy importante defender en su nombre el presupuesto del euro, el pilar social de los derechos o la defensa del cambio climático", dice el asesor internacional del presidente, José Manuel Albares en declaraciones a Reuters.
Pero el caluroso recibimiento que se le dispensa en los foros internacionales se ensombrece con la escalada de tensión que se está viviendo en Madrid.
El PSOE ya ha avisado de que la próxima semana anunciara la fecha para la investidura de Pedro Sánchez, posiblemente en la segunda quincena de julio, pese a no haber asegurado todavía los apoyos lo que puede conducir a la convocatoria de unas nuevas elecciones en otoño.
Esta fragilidad interna no daña por el momento el liderazgo europeo de Sánchez, que coincide en el tiempo con un momento delicado para las otras grandes fuerzas de la Unión Europea lo que hace palidecer los problemas internos.
"La posición de debilidad interna [...] se ve totalmente compensada por el hecho de que España estaba muy por debajo en sus capacidades de influencia a nivel internacional y de que España se beneficia de una coyuntura única como es la salida de Reino Unido y la pérdida de Italia para el consenso", dice Pablo Simón, profesor de Ciencias políticas de la Universidad Carlos III de Madrid.