Javier Caamaño
Buenos Aires, 5 ago (.).- En plena campaña electoral en Argentina, el Gobierno de Mauricio Macri celebra el cumplimiento de su meta fiscal para la primera mitad del año, pero ese logro se debió en gran medida a ingresos extraordinarios y las cuentas públicas del país aún distan de llegar al superávit, según expertos.
El Ejecutivo informó de que el déficit primario -el que no tiene en cuenta los pagos de intereses de deuda- acumulado en el primer semestre del año fue equivalente al 1,5 % del producto interior bruto (PIB), algo mejor que su objetivo del 2 %.
"En este 2017 tenemos el compromiso de alcanzar como máximo un déficit del 4,2 %. Vamos a cumplir esa meta, y haremos todos los esfuerzos por cumplirla", aseguró el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, esgrimiendo una de las banderas del oficialismo de cara a las elecciones primarias del próximo día 13 y los comicios legislativos de octubre.
No obstante, analistas advierten de que no hay muchos fundamentos para tanto optimismo fiscal, en parte por el carácter extraordinario de parte de los ingresos obtenidos en la primera mitad del año y porque la meta fiscal no es a su criterio muy exigente.
La consultora privada Economía y Regiones explicó en un informe que estas cifras se deben a que las metas de déficit fijadas por el Gobierno son "muy poco ambiciosas", lo que se suma a que gran parte de los ingresos procedieron del blanqueo que llevó a cabo el Ejecutivo, los cuales "son por una única vez y no estarán más de aquí en adelante".
De acuerdo a los cálculos de la empresa de asesoría Ecolatina, en torno al 16 % del incremento de la recaudación del primer semestre correspondió a los ingresos extraordinarios por la amnistía fiscal, sin la cual el balance de las cuentas públicas habría arrojado para la primera mitad del año un déficit primario equivalente al 2,5 % del PIB.
A diferencia del año pasado, cuando "el mal desempeño de los impuestos fue generalizado", los analistas de Ecolatina aprecian ahora distintas "velocidades" en el sistema tributario, lo que refleja "la heterogeneidad de la recuperación económica".
Así, señalan que mientras los impuestos asociados al empleo y al consumo son en la actualidad "más dinámicos", los que provienen del comercio exterior (la estabilidad del dólar favoreció a las importaciones en detrimento de las exportaciones) y del denominado tributo a las Ganancias (el Gobierno decidió disminuir este tipo de gravamen) cayeron.
Con todo, Rodrigo Álvarez, de la consultora Analytica, apuntó en diálogo con Efe que el repunte de los ingresos también tiene que ver con el crecimiento de la actividad tras el mal desempeño de la economía en 2016.
Además, el experto cree que la evolución positiva actual es sostenible porque, tras los próximos comicios, el Ejecutivo de Macri probablemente vuelva a apostar por nuevos ajustes que apuntalen la estabilidad fiscal.
Con respecto al objetivo para todo 2017, del 4,2 %, una meta que muchos observan como poco exigente, el consenso de los analistas prevé que el desequilibrio en las cuentas públicas se sitúe por debajo de ese nivel para finales de este año.
Sea cual fuese el resultado, nadie espera que Argentina alcance el superávit fiscal de momento.
Las metas fiscales del propio Gobierno de Macri son de un déficit del 3,2 % del PIB para 2018 y también con signo negativo (-2,2 %) para 2019.