Investing.com – Donald Trump puede pensar que las guerras comerciales son “fáciles de ganar”, pero al decidir imponer aranceles sobre el acero y el aluminio puede que quiera considerar la difícil experiencia de George W. Bush hace una década.
En marzo de 2002, Bush aprobó aranceles sobre el acero importado durante tres años, lo que desencadenó una protesta similar de los principales socios comerciales del país, incluida la UE, China, Japón y Brasil.
Los países de la UE y otros amenazaron con represalias y Bruselas apuntó a una serie de productos que dañaría a los estados considerados críticos para la reelección de Bush en 2004.
Los países también apelaron a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se pronunció a su favor en noviembre de 2003, al declarar ilegales los aranceles y sancionar la imposición de tarifas de represalia.
Un mes más tarde, la Administración Bush retiró los aranceles, mucho antes de que expiraran, diciendo que la medida había cumplido su propósito.