Investing.com - Es poco probable que los aranceles resuelvan los desequilibrios comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos, según los analistas de Barclays (LON:BARC), que sostienen que tales medidas podrían, por el contrario, exacerbar la incertidumbre económica y lastrar los flujos comerciales.
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Aunque Estados Unidos ha propuesto aranceles recíprocos en un intento de abordar su déficit comercial con la zona euro, la investigación de Barclays indica que los actuales diferenciales arancelarios no son la causa principal de estos desequilibrios y, por tanto, elevar los aranceles haría poco por corregirlos.
El comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea se caracteriza por un superávit en bienes para los europeos y un superávit en servicios para los estadounidenses.
En 2023, la zona del euro registró un superávit comercial de bienes con Estados Unidos equivalente al 1,2% del PIB de la AE (177.000 millones de euros), mientras que la nación norteamericana mantuvo un superávit comercial de servicios del 0,8% del PIB de la AE (122.000 millones de euros).
Según los analistas, esta estructura refleja ventajas competitivas más que distorsiones comerciales causadas por los aranceles.
La Unión Europea aplica a las importaciones de Estados Unidos un arancel medio inferior al que Estados Unidos aplica a los bienes de la Unión Europea. Los datos de Barclays sugieren que en 2022, Estados Unidos aplicó aranceles medios de nación más favorecida (NMF) del 2,7% a las importaciones agrícolas de la Unión Europea y del 1,4% a los productos no agrícolas.
Por su parte, la Unión Europea impuso tipos ligeramente superiores, del 4,2% y el 0,9%, respectivamente, a los productos estadounidenses. A pesar de estas diferencias, Barclays concluye que la pequeña variación de los aranceles no afecta significativamente a las balanzas comerciales globales.
Más allá de los niveles arancelarios directos, la amenaza de un aumento de los aranceles introduce riesgos económicos considerables. Barclays señala que incluso el mero debate sobre los aranceles crea incertidumbre, lo que puede llevar a las empresas a retrasar sus decisiones de inversión.
Además, las subidas de aranceles pueden alterar las cadenas de suministro mundiales, engordando los costes de producción y provocando ineficiencias en las industrias que dependen del comercio transfronterizo.
El impacto de los aranceles podría ser especialmente pronunciado en el sector manufacturero, en el que las empresas europeas exportan un volumen sustancial de mercancías a Estados Unidos.
La propuesta de aranceles recíprocos también plantea interrogantes sobre las repercusiones económicas generales. Si Estados Unidos introdujera nuevos aranceles destinados a compensar el sistema europeo del impuesto sobre el valor añadido (IVA), los gobiernos europeos podrían responder reduciendo los tipos del IVA tanto en los bienes nacionales como en los importados.
Sin embargo, como señala Barclays, una medida de este tipo supondría un reto político y fiscal, dada la importancia del IVA como fuente de ingresos para los gobiernos europeos.
El riesgo de una guerra arancelaria a gran escala sigue siendo una preocupación clave para la estabilidad económica en ambas regiones. Los analistas de Barclays advierten de que la escalada arancelaria podría dar lugar a represalias, tensando aún más las relaciones comerciales transatlánticas.
Bruselas ya ha señalado que aplicaría contramedidas en caso de que Estados Unidos impusiera aranceles injustificados, con aranceles potenciales por valor de 2.830 millones de euros sobre bienes estadounidenses que podrían restablecerse si fracasan las negociaciones.
Dada esta dinámica, Barclays sostiene que los aranceles son una herramienta ineficaz para abordar los desequilibrios comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos.
En lugar de centrarse en medidas proteccionistas, los analistas sugieren que fomentar políticas comerciales abiertas y reforzar la cooperación económica reportaría beneficios más sostenibles para ambas economías.
Subrayan que, para abordar las diferencias comerciales estructurales, se requieren estrategias a largo plazo, como la mejora de la competitividad mediante la inversión en innovación e infraestructuras, en lugar de recurrir a medidas arancelarias a corto plazo que corren el riesgo de aumentar la fragmentación económica.
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