Berlín, 10 sep (.).- El impacto de la pandemia del coronavirus amenaza con reducir el mayor bienestar adquirido con la globalización en las 45 economías analizadas en un estudio por la Fundación alemana Bertelsmann (D:BTGGg) que, alarmada ante las "actuales tendencias aislacionistas", advierte que el proteccionismo no puede ser la respuesta a la crisis.
El flujo de mercancías y las cadenas de valor globales se están viendo profundamente afectadas por la pandemia y el resultante retroceso de la globalización es problemático, porque el comercio internacional y la división del trabajo a escala mundial ha elevado el bienestar en muchos países en los últimos treinta años, señala el informe difundido hoy.
"Por ello, la respuesta a las alteraciones económicas por la crisis del coronavirus no debe ser de ningún modo el proteccionismo", que ya se observa en algunos estados, advirtió Thomas Rausch, jefe de proyecto y experto en relaciones internacionales de la fundación alemana.
En ese sentido, dijo ver con "gran preocupación" las "actuales tendencias aislacionistas" y agregó que "el intento de retroceder en la globalización se traduciría en pérdida de bienestar en todos los países".
En lo que respecta a una respuesta apropiada a la pandemia, Rausch considera pertinente analizar cadenas de distribución y posibles dependencias en sectores sensibles de la industria.
No obstante, agregó, la globalización abre muchas vías para superar mejor una crisis, por ejemplo al ofrecer a las empresas la posibilidad de responder a caídas de la oferta y la demanda en el mercado interno.
MEJORAR LAS CONDICIONES Y ESTÁNDARES DE LA GLOBALIZACIÓN
Por eso, también en la recesión resultante de la pandemia, los dirigentes políticos y responsables económicos deberían trabajar con el fin de "seguir mejorando las condiciones y estándares de la globalización", por ejemplo, al defender una "reforma justa" de la Organización Mundial del Comercio (OMC), dijo.
Subrayó al respecto que "sólo una participación de todos los países en el comercio libre en igualdad del condiciones puede garantizar un amplio bienestar".
Según cálculos de la empresa de asesoría y estudios económicos Prognos para la Fundación Bertelsmann, todos los países analizados registraron entre 1990 y 2018 un aumento del producto interior bruto (PIB) real per cápita atribuibles a la globalización, sobre todo los industrializados, pero también los emergentes y aquellos en vías de desarrollo.
El mayor beneficiado en estos casi treinta años ha sido Japón, con un aumento de la renta per cápita de 1.787 euros al año de media -50.044 euros en el conjunto de ese periodo-, seguido de Irlanda (1.610 euros; 45.060 euros entre 1990 y 2018) y Suiza (1.583 euros; 44.329 euros).
España se sitúa en la posición 25 con un incremento de la renta per cápita de 453 euros por año y de 12.685 euros en casi treinta años, algo por delante de Chile (422 euros; 11.812 euros), en el puesto 29.
En la cola de países latinoamericanos se encuentran México (173 euros; 4.837 euros) Brasil (136 euros; 3.806 euros) y Argentina (124 euros; 3.465 euros), en los puestos 39, 39 y 40, respectivamente, mientras India cierra la lista con un incremento de 24 euros del PIB per cápita al año y 671 euros en todo el periodo analizado.
El estudio subraya, no obstante, que el menor incremento en términos absolutos en determinados países se debe a la también menor renta per cápita en el momento del inicio de la comparativa en 1990, lo que hace que los países industrializados, con un PIB mayor ya entonces, registren también un aumento mayor.
INCREMENTO NOTABLE DE LA RENTA PER CÁPITA EN TÉRMINOS RELATIVOS EN PAÍSES EMERGENTES
En términos relativos, el avance en muchos países emergentes o jóvenes economías de mercado ha sido notable al incrementarse su renta per cápita respecto a 1990, por ejemplo en el caso de China, un 618 %; en Corea del Sur, un 373 %; en Polonia, un 366 %; en Hungría, un 352 %; y en Chile, un 339 %, y ocupar así los primeros cinco puestos.
España, por contra, se sitúa en la posición 36, con un incremento del 100 % respecto a 1990.
El informe subraya también que la sostenibilidad social ha aumentado en todos los países analizados -sobre todo en los altamente globalizados-, de una media de 62 puntos sobre 100 en 1990 a 81,5 en 2018, es decir, casi 20 puntos más.